Papeles mojados en un mundo de un color azulado por luces de neón y humo gris. Me siento en el diván de tus besos, tus caricias, tu todo, formamos parte de algo humano dentro de una cúpula de flores artificiales donde reina más el que harán o el qué dirán, que cualquier otra cosa, por el momento.
Estamos sentados en una habitación enfrente de un sex shop que parpadea su nombre sin cesar, pero sinceramente lo único que noto son tus brazos, tu aliento, tu peso, tu todo.
Dejamos encendida una vela para que baile al son de nuestro amor, una balada silenciosa que no hace más que consumirse a sí misma, mediante pasa el tiempo y mientras alumbra esas sombras que dejamos esconder; sinceramente es la única manera de estar contigo sin tener que dar explicaciones a nadie.
De las pequeñas dunas de tu cuerpo, largo y extendido, de un color piel mostaza, descubro que simplemente hay bondad, simplicidad, satisfacción, desasosiego. Y que tú tengas una superficie de plástico no me ayuda nada porque empiezo a llorar, pequeñas gotas de un día lluvioso.
Simplemente quería retratar el paso del tiempo, dentro de un mundo underground, en una sociedad que no existe el lo mustio pero si existe lo irreal, y se encuentra en luces que no se extinguen, que puedes controlar la intensidad de la luz, puedes conseguir sexo yendo directo a un sex shop y, lo más humanamente posible, seguramente también puedas llorar lágrimas de cristal en un mundo etéreo, donde rige más los chips que los sentimientos en si.
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