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engo que reconocer que después de estar viviendo casi tres años ya en casa de Pedro, las cosas habían cambiado para bien o para mal, pero al fin y al cabo cambiaron de alguna manera. Pero lo que más me sorprendió es que me preguntara sobre su cambio. Aunque tengo que admitir que mi compañero llevaba unos cuantos meses dándole vueltas a un asunto. Nunca me lo dijo, pero el asunto se dejó caer un día por la sala de estar de esta manera.
-Esto, Armando. Esta noche no vendré a cenar.- Primer paso que me mosqueó, no porque no viniera a cenar, si no porque nunca se perdía la serie de los jueves.-Es que me tengo que ir a cenar con mis padres.
-¿Tus padres? Pero si hace que no hablas con ellos desde que te viniste a vivir aquí solo.
-Pues por eso, que me voy a cenar con ellos.
-Seguramente te desviarás para ir al bar de la esquina que hay en frente del restaurante chino, para conseguir alguna cita algo húmeda por culpa del alcohol.
-Tío, que no es eso, ya sé que me he estado portando mal, referente a que bebo mucho. No pago para tener sexo “bueno a lo mejor en parte”, pero no es eso, que ya voy teniendo una edad, y tengo que empezar a comportarme.
-Ya, pues vete a la cama porque tienes fiebre o algo por el estilo, lo tuyo no es normal.
-Vale, te seré sincero, he concertado cita para una reunión de alcohólicos anónimos, y si son los jueves. Y por si te interesa también tengo cita los sábados por lo de adictos del sexo. Cosa que me he apuntado porque hay una morenaza que te cagas. No hablando en serio, creo que es lo mínimo que puedo hacer, para dar un pequeño cambio.
-Eso significa que también limpiarás la casa.
-Empecemos por lo que me preocupa en sí, y después si me queda, tiempo y fuerzas, ya veremos lo del limpiar.
-Bueno algo es algo, me alegra, que pensarás en lo que te dije mientras estabas en el trono.
Pasaron cuatro o cinco semanas, y fue entonces cuando Pedro, por primera vez en la vida me empezó a ayudar en cosas de casa. Sus hijos venían con más frecuencia a casa, para estar con el tío Armando, y su padre. Pero esta vez era seguro que los guardábamos entre los dos, porque nos íbamos al cine, y también al acuario, zoo, y otras cosas por el estilo. Muchos de los vecinos empezaron a pensar que éramos pareja de hecho, pero Pedro en vez de contestar, miraba hacia otro lado. Cosa que en tiempos pasados, antes de las sesiones, se le hubiera tirado a la yugular.
Me apoyaba, para hacer la comida, cena o lo que fuera. Nos sentábamos juntos para mirar la tele, y si fuera poco, el también aprendió un poco a escuchar, a su manera. Una de las conversaciones que tuvimos fue la siguiente.
-Armando ¿tú alguna vez echas de menos el estar casado?
-Sinceramente, si ¿por qué lo preguntas?
-Pues porque le he estado dando vueltas. A ver vale, es cierto que no es muy normal que yo pregunte, esas cosas. Pero es que desde que voy a las sesiones. Mucha de la gente que va dice lo mismo “por culpa de la bebida esto”, “por culpa de la bebida lo otro”, etc. Lo que vengo a decir ¿tú crees que yo podría tener a alguien siempre a mi lado si cambio?
-Mira Pedro, eso nunca se sabe, pero de una cosa sí que estoy seguro, y lo cierto es que a nosotros, por suerte o por desgracia, hemos sido padres muy jóvenes, tu sobre todo. Pero lo que vengo a decir a continuación es que por mucho que nos pese, también tenemos una vida adelante, un camino que se nos abre… Un momento tú has conocido a alguien, y lo estás adornando como si fuera de una novela rosa.
-No, no he conocido a nadie- se sonrojó, y miró para el otro lado- Pero el otro día vi a Ricardo que iba con otra de esas chicas que no hace ni caso, y pensé que, bueno al menos, si el cambia de parecer, lo tendría que admitir. No tendría porqué de ser tan duro con alguien por ser homosexual, aunque me dé mucho por culo, pero, que al menos le tendría que dar una oportunidad.
-¿Viste a Ricardo? ¿Y le saludaste? Bien de todas maneras, supongo que te daría esquinazo, porque te tiene miedo desde los seis años, por lo de intentar mearle encima y todas esas cosas. Creo que darle apoyo es lo mínimo que tendrías que hacer- Acababa de hacer lo mismo que mi padre hacía conmigo.
-Le tendré que dar una mano, o un bote de vaselina, yo es que no sé cómo funcionan estas cosas. De buenas a primeras, le llamaré y me preocuparé por él, y luego ya veremos ¿tienes el teléfono?
-Claro Alfonso me lo dio. Llámale, creo que de tan opuestos que soy, incluso puede salir bien que os deis un cambio entre los dos. Para que a él le sirva para salir del armario, y a ti a respetarlo tal y como es.
-¿Y qué hago si me propone el ir a un club de ambiente y esas cosas?
-Conociéndolo, al principio, te tomará por el pito del sereno, perdón, que te tomará a cachondeo. Sé amable con él y el resto vendrá solo.
Estoy orgulloso de mi compañero de piso, aunque burro, a veces demuestra tener sentimientos latentes, que dejan de piedra a cualquiera, incluso a mí que lo veo cada día, y lo conozco casi más que su propia madre.
Al poco tiempo de tener esta conversación, no sé estaba más seguro de que Pedro en cierto modo, o sea mucho, había cambiado para bien. Hombre no negaré que al principio me extrañó, pero después me fui acostumbrando.
Un buen día llamó Andrés, que no era muy normal, ya que siempre solía ser al revés, nosotros lo llamábamos a él.
-Escucha que tengo un notición.
-¿Cuál, ya estas con una chica?
-No… No, po… Por Di… Dios.- Era algo automático, metías un femenino en la frase y ya salía en modo metralleta.
-¿Entonces?
-Mi… Mi primo, que… que tiene pareja esta… estable. E… es, inte… inteligente, y… y tie… tiene… un hijo. Se… se di… divorció ha… hace po… poco, pe… pero es normal.
-¿Cómo, que tu primo tiene pareja? Espera avisaré a Pedro
-No… no va a ha… hacer falta, ya… ya es… está a… aquí.
-¿Cómo que ya está aquí?
-Pues eso, que… que ya está aquí.
Andrés me dio la dirección, de donde estaban. Y en cierto modo me sonaba mucho, tanto la dirección como el edificio. Estaba al lado del Punto y Aparte, pero no me llegaba la información a la cabeza.
Me fui cerca de mi casa, a comprar unas flores, un algo para entregarle a la pareja de Charlie, y ver cómo reaccionaría, tanto al verla como al criticarla, como al todo. Me acerqué por la zona del parque, y allí en ese momento encontré a Charlie, jugando con un niño con síndrome de Down, y luego en el otro extremo, por muy raro que parezca, Pedro estaba hablando con otro niño igual. Parecía como una pequeña epidemia, dos de mis amigos jugando junto chavales con el síndrome de Down, increíble.
Lo cierto es que me conmocionó tanto la escena que ni me di cuenta de que estaba Andrés, mirándome y riéndose a la vez.
-Eso explica muchas cosas- me dije para mí.
-Tantas que da miedo- noté que me dijo una voz a mi espalda. Era la voz de un hombre, bastante mayor, debía tener los sesenta, pisando casi los setenta, pero tenía una voz un tanto, como llamarlo… serena y segura de lo que decía en ese momento.- Por si no te ha hablado de mí, yo soy el padre de Pedro- aunque estuve a punto de decirle que para él estaban medio muertos, me reservé asintiendo- supongo que te preguntarás quien es ese chico que está junto a Pedro- me lo preguntaba, pero a la vez me asustaba, no sé era una cosa que no me concernía, bueno en parte- es su hermano pequeño Jonás. Tiene veinte años, y Pedro no se interesó por él, hasta hace un mes y medio, cosa así. Si quieres te cuento una historia bastante divertida.
“Para empezar, tanto mi mujer como yo somos personas de bien, tanto que nuestros hijos han salido opuestos a nosotros, todos chicos, como te habrás dado cuenta, y en cierto modo a cual más guarro. Pues bien ahora que tengo 57 años me doy cuenta de que, uno de mis tres hijos en plan cerdo, ha cambiado por una especie de juego, o reto que el señor Carlos Andrajosa Andrea, le ha propuesto- si lo sé tendría que haber puesto desde un principio el apellido de Charlie, pero al fin y al cabo todo el mundo lo conoce por Charlie y punto, a mí nadie me dijo que conocería al padre de Pedro, ni al hermano- que cambie, en una serie de tiempo, es conmovedor, a la vez que extraño ¿no te parece? ¿Qué has tenido que hacer tú?
“Bueno entiendo que no me lo quieras decir. Pero lo que si te diré es como Pedro llegó a ser como es. Todo empezó la tarde en la que nació Jonás. Claro todas las atenciones del mundo, eran para el pequeño, que hasta el momento fue Pedro, pero una vez corrido ese velo, y descubrir que el pequeño era otro. Empezó a tramar cosas malas; para que me entiendas, empezó a juntarse con sus hermanos mayores, que no tenían idea buena. De hecho los dos están en la cárcel, uno por droga y el otro por violación, dos joyas, entiéndeme.
“Fue muy duro para mi mujer y para mí, el ver como el único chico que nos salió bien, resultaba que se estaba torciendo de mala manera. Por celos o falta de atención, no entendía exactamente el qué. Pero lo sentamos a la mesa y lo único que nos decía, casi escupiéndonos en los ojos era hijos de puta, cuando lo decía o lanzaba verborreas hacía mi mujer y hacía mí. Pero una tarde, de esas que lo echábamos de casa porque no lo aguantábamos más. Sabemos por vecinos que, por esa época se juntaba con sus hermanos, para “jugar” o putear como lo quieras llamar a las personas de bien.
“Al volver a casa vino todo amoratado y lleno de llagas, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Seguía en su huelga de hablarle con cariño a su hermano recién nacido. Bueno de hecho la única cosa que le repetía sin cesar, era aparte de renacuajo, subnormal, cosa que no nos gustaba mucho a ninguno de los dos. Una persona así como Jonás, lo único que necesita es tranquilidad, y que nadie venga y le suelte cosas como le soltaba su hermano.
“Pero ahora, como puedes ver, la cosa va como la seda, se ha dado cuenta que, al menos, mientras se meta con los demás, respeta el que su hermano, al cual siempre le ha tenido tirria, jueguen y paseen juntos.
Vale, yo todo esto no lo sabía, y si alguien me hubiera explicado todo eso, joder que me quedé helado, no sabía qué hacer.
-Armando ¿Qué te cuentas?
-Pues aparte de que no le conozco, me gustaría preguntarle muchas cosas. Y no sé por dónde preguntar.
En la distancia, el único fondo que reinaba, era Charlie, Armando y Jonás y en la distancia, un telón de incertidumbre que no acababa de preguntar como acabaría la cosa.
-Siempre tengo tiempo para contar una historia- me apremiaba la voz del padre de Pedro- por donde quieres que empiece.
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