Aquí, en el cielo, como en la tierra. Puede que eso os suene de algo, pero es que tendré que empezar así porque la historia me obliga a decirlo entre comillas. Estas sentado sobre una nube, o lo que le quieras llamar, pero te seré sincero, aquí no tenemos guijarros como allí abajo, así que al final me tendré que quedar de pie apoyado a mi atril, donde voy juzgando a la gente según sus actos, ya me entendéis en plan “tú bueno, tú malo”, pero también hay otros casos que te piden una segunda oportunidad, para cambiar su finalidad aquí, en el cielo.
Esos casos no siempre traen consecuencias extremas, como por ejemplo ponerme nervioso, etc. Pero es que hay otros que, simplemente nacen con el don, como es el caso de Tomás.
La posdata de este prólogo sería, para todo aquel que no se ha dado cuenta que yo soy Dios y a mí es muy difícil engañarme y si alguna vez doy segundas oportunidades es con según que condición que no suele gustar siempre. Bienvenidos a mi Odisea personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario