sábado, 24 de enero de 2009

Con ánimo de ofender 6

Justo después de colgarle el teléfono a mí cuñada, eran las dos y media recién tocadas y aún no sabía dónde comer, ni donde caerme muerto, así que decidí hacerme un regalo y disfrutar de mi comida preferida. Consistía en dirigirse a las puertas de un Burguer King o de un McDonalds y entrar para comer una “buena” hamburguesa de desechos que nunca llegaremos a saber muy bien el qué.

Que sea crítico culinario, no significa que sea gilipollas. Mi trabajo consiste en advertir, aconsejar y dar mi punto de vista a todos esos lectores que son tan buenos conmigo, esto último lo digo porque al menos se dignan a leerme y por eso me conocen. Yo suelo nombrar sitios con un poco más de estilo, por así llamarlo y también donde te sueles gastar más de diez euros solo con el primer plato, aunque tengo que admitir que siempre que me puedo escapar, voy para allá, para comer una grasienta comida hecha de carne de buey, como consta en la publicidad.

Solo hay dos cosas que no soporto de esos sitios, bueno tres, siempre y cuando contemos con que me encuentre a alguien conocido y me mira con mala cara, entonces tengo que dar explicaciones. La primera, dejando aparte la anterior, es la pinta que tienen esos dependientes/estudiantes que siempre te miran con mala cara, como si no hubieran dormido o, como quizás os han mirado muchos es con unas ojeras y un aspecto de aborrecer todo lo que los rodea. Y encima te hablan con un asco que no se explica muy bien si decirles “hola” o más bien “mira niño vete a la mierda y no vuelvas a atender en la vida”. Una de las conversaciones más normales que se suelen tener son:

-Buenos días- dice el dependiente, eso lo pronuncia con un sonido que le sale directamente desde la nariz hacia afuera y, dato bastante importante, sin mirarte a los ojos- ¿Qué es lo que quería?- sigue sin mirarte a los ojos y va al grano.

Te paras a pensar lo que comerás, dato bastante serio, porque no es lo mismo carne de ternera o carne de pollo, aunque la gente de fuera, o sea los clientes, siempre hagan bromas sobre la carne de rata (ternera) o de perro (pollo). Yo, al igual que muchos otros, me tomo mí tiempo, dígase que también soy una persona indecisa de por sí, entonces el dependiente te llega a mirar a los ojos y dice lo siguiente:

-Señor ¿sabe exactamente que quiere?- te pregunta sin mucho interés- Es que resulta que hay más gente detrás de usted esperando a que lo atiendan.

-Una pregunta, a ti te pagan por horas ¿no es verdad?

Él, ella asiente y prosigo con mi monologo.

-Pues entonces calla que cuando más tiempo este yo aquí, más dinero ganarás, además no me vengas con tonterías de que tienes un novio que te espera o un amigo con el que has quedado, el trabajo es el trabajo y los pájaros que tenga una adolescente como tú no son de mi incumbencia.

Entonces es, a partir de ese momento en el que sale el encargado del establecimiento, nada un chico dos o tres años mayor que el/la dependiente/a y me dice:

-Señor, caballero, nuestros muchachos, junto con toda la gente que trabaja aquí, nos sabe mal que no esté a su gusto cualquier cosa, pero no tiene el porqué de meterse tanto con ellos, es su trabajo y si no sabe que elegir, la casa encantada le agradecería que se marchara y cuando este usted más calmado volviera.

Entonces es allí cuando voy a la competencia y me porto como los ángeles, pero los dependientes tienen que entender que cada cliente necesita su tiempo, además, como he dicho antes cobran por horas, qué más da si yo estoy media hora de reloj para elegir plato, total detrás de mí tan solo hay gente que espera a comer como yo, a eso se le llama estar en tablas.

La segunda cosa que odio a rabiar es el tener que ir al lavabo y encontrármelo, hecho una mierda, con graffitis bastante obscenos, algunos de ellos y otros muy artísticos o al revés no me acuerdo exactamente, esto tiene un pase siempre y cuando se le quite el papel higiénico que hay mojado por los alrededores y ese color negruzco que también ronda por la zona de los meaderos o cagaderos. Lo peor es que si entras en uno de estos famosos tronos para hacer tus cosas, normalmente cuando no tienes más cojones que apretar vamos. Cierras la puerta del servicio para que no te vean los que vayan viniendo. En la puerta ves muchos números de teléfono, se ve que van muchos homosexuales, porque siempre está el típico “chico chupa pollas llama…” y a continuación siempre el número de teléfono, según mi punto de vista la puerta de los lavabos es el periódico de los pobres, porque si te fijas, aparte de los escritos que hay de “viva la anarquía” y otras cosas por el estilo, siempre se mete gente para buscar citas, una cosa segura y bastante normal, para ellos claro está.

Cambiando de tema, hoy pasaba de andarme por las ramas, me portaría bien con la dependienta o el dependiente, es indiferente, tenía hambre y pasaba mucho de discutir, el día, por el tiempo que llevaba por el mundo ya había sido bastante raro, mi cuñado con una ex pareja mía que ahora se había dejado de tal manera que asustaba, la llamé prostituta por no llamarle cerda, esa es mi historia y así es lo que me rodea.

Iba paseando para llegar pronto para comer, cuando de pronto, noté como algo metálico y firme me presionaba en la nuca, no llegué a notar nada más que el cañón de lo que parecía una pistola, pero me extrañé porque el atacante aprovechó un momento en el cual estábamos rodeados de mucha gente, él tan solo me dijo una cosa:

-Mejor actúa con naturalidad, no sea que mi dedo, sin querer, aprisione el gatillo y manche a la persona que tengas delante de ti, sería un fastidio para el señor de la tintorería.

Yo estaba temblando, siempre te amenazan, siempre te prometen que algún día volverán a por ti, a por tu cuello, para ser exactos, pero nunca haces caso, cuando en realidad, el día menos pensado te encuentras que tienes que tomarte las cosas en serio, que no te tienes que reír de los demás y que las críticas que antaño hiciste no son más que boletos que has ido acumulando, hasta que ha salido el numero ganador para matarte y así olvidarse de ti.

-No te acuerdas de mí, tan solo te diré que yo nunca te olvidaré, incluso muerto, porque para mí has sido el hijo de puta más despreciable que he conocido en mi vida. Arruinaste mi vida, yo era un chef novato, había emprendido un viaje para la prosperidad y un buen día, apareció unos de los mejores, tú Tomás. Yo tenía un restaurante familiar, a lo que tu pusiste que era un cuartucho donde no cabían ni los trastos viejos, yo hacía magia con los platos a lo que tu dijiste que ayudaba a matar a esas personas que no sabían donde caerse muertas, con venenos y cosas por el estilo, tú malnacido, tú eres el porqué de mis problemas.

-Yo…

Se oyó un estruendo que no me dejó seguir con mi frase. Lo único que recuerdo es que todo a mí alrededor parecía un pozo sin fondo y yo daba vueltas en él.

sábado, 17 de enero de 2009

Con ánimo de ofender 5

Sobre las once y media de la mañana del butacón, donde estuve aposentado toda la noche y parte del día. Mis rodillas empezaron a rechistar al notar que me inclinaba un poco en termino de levantar el culo que también tenía dormido, todo eso por estar casi doce horas sentado en una mala postura.

Me levanté a esa hora porque había quedado con Eugenio a las dos, y como soy tan meticuloso a la hora de arreglarme y todo ese espectáculo que es el ser un hombre de buen ver. Me suelo durante tres cuartos de hora, dicen que eso quita el estrés, en mi caso muy pequeño, pero aún así, estrés. Me afeito a cuchilla, que eso también me lleva tres cuartos de hora, eso ya hace un total de una hora y media. Para rematar me pongo una crema que va de perlas para el cutis, no es para quitar arrugas, porque no tengo, simplemente para tener una cara más lúcida y tersa y estar más visible, eso tan solo me lleva diez minutos. Y por último el salir a la calle para que la gente me vea.

El restaurante está a unos diez minutos de casa lo que me da mucho margen a la hora de caminar un poco, estirarme las piernas y otras memeces que suelo hacer para llegar pronto al sitio donde toque ir, en este último caso es realmente un sitio acogedor, donde solemos ir mi cuñado y yo a comer, cuando tenemos una comida, ya sea de trabajo, de familia o de lo que sea en sí, pero siempre acabamos allí es nuestro sitio particular, incluso nos han preparado una mesa al lado de la cocina, para poder hablar con la cocinera que se llama Muriel. El sitio en cuestión, es un restaurante donde vas para hincharte a comer, donde preparan un chuletón con huevos rotos que no sabes lo que comes, hasta que lo acabas digiriendo, entonces descubres que sabe a Gloria, el local se llama la Cava tapas y vinos, y como mi cuñado y yo les damos “publicidad subliminal”, pues nos hace mucho caso. El camarero, por ejemplo, se llama Manolo y es un hombre bastante dicharachero, siempre está pendiente de todo, incluso cuando no te das cuenta de que tu vaso está vacío, él se acerca y te lo llena haciéndote un gesto para que no digas nada.

De camino al restaurante me fijé en una silueta en particular, era de una mujer y lo cierto es que me sonaba su planta, su manera de esperar, fumando un cigarrillo, iba de femme fatale pero por su aspecto no llegaba a caniche de feria barata. A medida que me iba acercando más me sonaba, pero no acababa de advertir ni de qué, ni por qué esa sensación de haberla visto antes, no me atrevía a encajarla en ningún sitio donde pudiera estar, algún momento en el cual tuve un desliz, una noche tan mala que acabara con esa mujer, o lo que es lo mismo, en un bar tan malo donde no hubiera nada bueno, incluyendo así a las clientas. Iba vestida con una minifalda que, con suerte, llegaba a cubrir lo que es la parte de los glúteos, para ser más específicos le faltaban dos tallas para que fuera la suya, unas medias de rejilla que le aumentaban el color de las varices y todo esto terminaba en unos tacones que hacían crecer un palmo a cualquier mujer, hombre o espécimen que se paseara por el mundo capaz de embutirse en un sitio tan estrecho, un palmo del suelo. Las tetas, incluso de lejos se notaba que eran artificiales, no porque se viera el made in China ni nada por el estilo, pero se notaba porque era una cosa exagerada, llevaba un top para ciegos, porque los tacos de billar que tenía por pezones podrían servir a la hora de poder leer en Braille, los ciegos sabrían leer cachonda tan solo tocando la punta de ese pezón. En la cara no me fijé muy bien, ya que era algo mal de ver, tenía tanto maquillaje que era difícil de definirla piel de lo artificial, de lo que pude definir como ojos, eran en realidad dos telones de color burdeos, donde parecía que un boxeador los había usado de sparring y le había dado con ganas, los labios en cambio parecía que había estado comiendo entrecots muy poco hechos porque los tenía de un rojo coral muy llamativo, era eso o el símbolo de los Rolling Sotnes dejando manchado el cigarro que tenía en los labios. El pelo, era otro término bastante elocuente ya que estaba teñido, seguramente dejaba en la capa de abajo todas esas canas que la hacían vieja, para presentarla en bandeja de una manera más ¿jovial? O monstruosa es que no me sale la palabra.

-Hola querido ¿te acuerdas de mí?

-Lo cierto es que tendría que ir muy borracho para ir contigo a cualquier lado- estuve meditando, y lo cierto es que me pasé un poco al ser tan conciso- yo nunca, en la vida he ido con prostitutas- eso me pareció más apropiado.

-Veo que sigues tan educado como siempre- me guiñó uno de esos moratones que tenía por ojos y a continuación se agachó a la altura de mi entrepierna dejando ver esa coronilla teñida tantas veces que no dejaba ni entrever el color verdadero, si castaño, si rubio, si cano, llamémosle, definitivamente, un pelo arcoíris. Pero me acabé dando cuenta de quién era en realidad.

-¿Carmen?- Ella no pudo hacer más que asentir.

Carmen era una novia que tuve en el instituto, era una mujer que a muchos dejaba con la boca abierta, incluso a muchas de esas lesbianas de la época que no se atrevían a salir del armario callaban cuando ella dejaba pasar su aroma por la zona donde se encontraban. Ella era inigualable en todo, fue la primera chica con la que me acosté, bueno yo y medio instituto, pero tenía un problema y es que creía que todas las chicas que se acercaran a mí, o a cualquier otro que estuviera con ella en ese momento, Carmen acababa poniéndose celosa, incluso si hablabas con tu madre o llegabas tarde por tener que dar de comer a tu perra u otro animal femenino. En cambio la fémina no tenía ninguna censura, de hecho la llamaban la jornalera, porque siempre estaba de rodillas limpiando toda clase de capullos, literalmente hablando, de cualquier mozo que se le plantase en gana, para los más cortitos de luces, pero a ti ni se te ocurra por Dios, que eso es pecado. Lo que vendría a decir mi amigo Armando, ironías de la vida. Lo cierto es que antes de conocerla no me di cuenta de que los años pasaban deteriorando tanto a un persona, bueno en su caso a una especie muy rara, ya que tenía media de tinte y media de silicona, cero por ciento natural, es lo que tiene el cuidarse de esa manera.

-Cuanto tiempo sin verte- dijo ella- ¿Qué te parece cómo me han tratado los años?

-¿En que trabajas ahora?- con tal de no mentir ya que soy incapaz, salía siempre con evasivas.

-Ahora soy dulce y felizmente divorciada por segunda vez- mientras hablaba conmigo se lamía los labios, dejando ver así una lengua rugosa, como, seguro, el resto de su cuerpo, tan bien tuneado como decía mi hija- ¿y tú?

-Viudo- dije secamente, lo que al pararme a pensar, añadí- pero no pases pena, no estás en mi radar, soy el típico cincuentón al que no le gustan las de mi edad y, por lo que puedo ver, o tus pintas me engañan parece que quieres aparentar menos que yo, aunque consigues todo lo contrario, es más ahora que lo pienso, ayer me pareció verte, en caso de que sea verdad, yo de ti me iría por dónde has venido.

-¿Por qué? ¿Con quién me confundiste?

-Vale, de acuerdo no quería ser cruel, aunque sabes que me encanta. Por las noches suelo pasar por las Avenidas de arriba abajo, viendo todas esas prostitutas demacradas, con ese maquillaje que detrás de cada polvo tienen que volverse a poner, pues bien, no es que me fije mucho… pero, cariño estas consiguiendo esa impresión.

-Lo de irme con tantos tíos lo dejé desde que tuve que abortar- se echó a llorar, como si le hubiera dicho algo que le molestara, nunca llegaré a entender a las mujeres- eso fue poco después de acabar la universidad.

-Perfecto, ahora me contarás tu vida, cielo que no me interesa, he quedado con mi psiquiatra que, ese sí que me putea, y ahora vas tú y me cuentas tu vida que, por cierto no creo que sea tan triste, mi mujer se pegó un tiro, no voy a entrar en detalles. Y me quedé tan solo con una hija adolescente que va por libre y le importa una mierda lo que le diga su padre.

-¿Ves? Hasta tú con lo bruto que eres tienes hijos ¿y yo qué tengo? ¿Dime qué tengo Dios?

Mientras Carmen me montaba el numerito, Eugenio giraba la esquina para entrar en lo que se llama la calle de Arquitecto Bennassar donde se encuentra la Cava. Al principio vi que cogía un color blanco pared, luego a medida que iba habiendo menos metros entre nosotros descubrí que no era simplemente la cara, sino que también tenía una mueca de sorpresa en la cara, me giré a mirar a mi ex pareja y la vi sonriendo, todo lo contrario que mi cuñado. Y antes de que alguien saliera herido pregunté.

-¿Carmen de qué conoces a este hombre?

-Es mi azucarillo, es más dulce conmigo, me quiere, me respeta y encima me ayuda en los traumas emocionales que me dejó el no poder tener hijos ¿y tú, lo conoces?

-Sí, es mi psiquiatra… y también mi cuñado.

A Carmen le pasó tres cuartos de lo mismo al enterarse de la noticia, pero al entender que mi cuñado tampoco es de piedra, me marché dejando, solos en el escenario a un Romeo y a una Julieta bastante pintorescos.

Esperé a estar a una buena distancia del restaurante para poder llamar a Leticia, el teléfono sonó y sonó, pero ella al final me lo cogió.

-Sí- era su voz, estaba a salvo, odiaba el admitir que la quería, pero lo cierto es que la amaba, era una diosa para mí- ¿quién es?

-Soy yo Leticia, Tomás- me quedé parado durante un segundo sin saber qué hacer, lo había hecho miles de veces desde que mi mujer murió y ahora estaba acorralado sin saber cómo seguir la conversación- ¿te importaría quedar conmigo para comer? Antes de que contestes quiero que sepas que no me he vuelto loco y que tu marido no creo que nos pille porque…- ahí no sabía exactamente si mentir o decir la verdad- tiene una reunión del copón, donde tiene muchos problemas que solucionar, entre ellos muchas de sus neuronas.

-Sabes que me encantaría, pero ahora mismo, está Ángel conmigo y sonaría muy mal que vinieras a casa.

-Ya está, lo arreglaré, tengo que verte y es urgente, te lo prometo.

-Si me vas a decir que esa reunión de Eugenio es esa fulana con la que va ahórratelo, mi marido es imbécil y no sabe que hay perfumes que yo no usaría para nada del mundo.

-De acuerdo, está con la otra ¿nos podemos ver? Es que se lo tengo que explicar a alguien, es urgente, y no es broma.

-De acuerdo ¿pero dónde y cuándo?

-Donde quieras y a la hora que te vaya bien.

-Ok, entonces elijo el piso que sueles alquilar a las nueve de la noche, como mi padre está ingresado, no sospechará y podremos pasar la noche juntos, primero me explicas, y si eso luego te lo paso al francés.

-Me gusta la idea, piensa que yo también se latín.

-Me encanta.

lunes, 12 de enero de 2009

Van pasando

Sentado estaba yo

Pensando,

Esperaba en un banco

Repleto de recuerdos

Donde tantos y tantos

Años atrás

Cavilaba la manera

De poder parar el tiempo.

Observo, de lejos

Los árboles

Que van dejando a su paso

Un tronco desnudo y hueco.

Entonces engañándome a mí mismo

Me digo

“la naturaleza tiene un ciclo

Y los años van con ella”.

En este último año, sin ir más lejos

Mucha gente se ha hecho

Famosa

Deshonrando a muchas otras

La mayoría

Y otra mucha a perecido

En el olvido.

El mundo da vueltas

Como cualquier cabeza

Loca,

Pero nunca se para

A pensar en el bien,

En el mal.

Veo la cara de aquellos

A los que llamaba

Niños,

Ahora son adolescentes

Y donde antes tenían

Inocencia y fantasía,

Ahora solo ansían

Libertad,

Son pequeños juncos grandes

En una cruda realidad.

Años que pasarán

Ya no volverán,

Por mucho que los recordemos

En nuestra memoria

Quedarán,

Hasta que un buen día

El aire que emana

Nuestro calendario,

Particular,

Haga libres a nuestros

Recuerdos más queridos,

Haciendo olvidar

Un pasado

Ayer querido.

Yo seguiré aquí, sentado

Esperando que marchite

Mi reloj,

Porque mi casa es el

Mundo y mi techo son

Recuerdos, que escondidos

Entre sombras, se fueron

Marchitando y tan

Solo me queda una manta

Que a su vez es la

Inocencia del más pequeño,

La ilusión del más mayor.

Seguiré aquí sentado

Porque no tengo donde

Volver

Miraré mi brújula

Y el viento.

Allá donde me lleven,

Allá descansaré.

Dedicado a un abuelo, dedicado al tiempo que no pasé con él.