lunes, 29 de septiembre de 2008

Mirada Crítica Prólogo

Aquí, en el cielo, como en la tierra. Puede que eso os suene de algo, pero es que tendré que empezar así porque la historia me obliga a decirlo entre comillas. Estas sentado sobre una nube, o lo que le quieras llamar, pero te seré sincero, aquí no tenemos guijarros como allí abajo, así que al final me tendré que quedar de pie apoyado a mi atril, donde voy juzgando a la gente según sus actos, ya me entendéis en plan “tú bueno, tú malo”, pero también hay otros casos que te piden una segunda oportunidad, para cambiar su finalidad aquí, en el cielo.

Esos casos no siempre traen consecuencias extremas, como por ejemplo ponerme nervioso, etc. Pero es que hay otros que, simplemente nacen con el don, como es el caso de Tomás.

La posdata de este prólogo sería, para todo aquel que no se ha dado cuenta que yo soy Dios y a mí es muy difícil engañarme y si alguna vez doy segundas oportunidades es con según que condición que no suele gustar siempre. Bienvenidos a mi Odisea personal.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Conóceme Epilogo y/o Moraleja

Moraleja y/o epilogo.

¿

Cómo podría explicar mi final de una manera poéticamente hablando? Pues lo cierto es que no lo sé, pero lo que sí sé con certeza es que no todo acabó como esperaba ¿la noche en el hotel Valldemossa? Puede que sí, me acuerdo perfectamente pero ¿qué pasa? Que nada dura eternamente, el amor se fue extinguiendo y no dejó nada, estuve dos meses con ella, simplemente eso. Después me dejó las maletas en la puerta y me dijo, literalmente, “que te aguante tu madre”, lo que significaba que me tenía que ir con Jaime a casa de mis padres, teniendo que aguantar todas las chorradas que decía mi madre en plan “¿ves? Hoy en día todas las mujeres son muy frescas, cuando consigue que te divorcies de esa mujer que tenías, que era una bellísima persona… va y te deja, muy bonito sí señor, muy bonito”. Tendría que haber aprendido de mí padre que entre que estaba sordo y se quitaba el Sonotone, no escuchaba ningún comentario de mi madre, de mayor quería ser como él.

¿Mis amigos? Bien ¿y los vuestros? No, ahora hablando en serio, todo terminó bastante bien para todos exceptuándome a mí ¿cómo no?

Andrés, después de tanta farsa, resultó que sí, empezó a salir con Nuria, la chica del cibercafé, cosa que me alegró mucho el saber la noticia.

Pedro y Ricardo, bueno digamos que estos dos siguieron su relación, hasta hace unas cuantas semanas, recibí una nota que decía que estaba invitado al juzgado por violencia domestica, pero tenían un problema y era que no sabían quien hacía el papel de hombre y cual el de mujer, cada uno se fue por su camino. Pero los dos seguían en la misma acera.

Alfonso, seguía con sus escritos, sus exposiciones y su hija. El estado de su padre fue mejorando progresivamente aunque, cada vez que me viera me dijera Heil Hitler o cosas por el estilo, era gracioso, el hecho en sí.

Charlie, digamos que está madurando más bien tirando a poco a poco, en su caso, era difícil cambiarlo, porque si nos gusta o no, seguía siendo Charlie. Os pondré el último caso que yo sepa. En el despacho tenía una secretaria de unos diecinueve años más o menos, esta lo suele a invitar a calentarle lo que son los bajos cuando él lo necesita, pero sigue estando felizmente con Inés, lo que vendría a ser otra ironía de la vida.

Moraleja, no creo que en nuestro caso no hay ninguna, bueno creo que sí, tan solo una, que por mucho que quisiéramos, nunca, repito, nunca cambiaríamos

martes, 16 de septiembre de 2008

Conóceme XL

B

ueno, supongo que querréis saber cosas sobre la cena, claro como no sois morbosos casi, pues bueno os lo explicaré. Todo esto pasó una noche de un catorce de Septiembre para ser exactos, cuando me dirigía hacia el lugar donde se encontraba ella, no me fue fácil, pues estuve a punto de cancelar la cita, ya me entendéis nervios, comidas de cabeza, etc. Pero bueno al final me acicalé como bien he comentado y me dirigí hacia el punto de partida, no sabía exactamente de qué, pero por una vez al menos tenía fe en mí mismo y de nadie más. Llegué a la puerta de su casa, sí, puede parecer estúpido, pero lo cierto es que no sabía donde quedar.

Ella bajó con un vestido de color blanco, que te dejaba ver el gran escote que Blanca tenía, un problema contando en que yo siempre he sido un hombre de pechos, nunca de culos, pero bueno algo haríamos. Con unas medias de rejilla y unos zapatos de tacón color crema, que me dio que pensar que esta noche terminaría entre sábanas. Tiempo al tiempo, pensé, aunque lo que en realidad necesitaba era un buen baño con cúbitos dentro. Lo primero que creo que me dijo es:

-¿Voy mal para ir a cenar?

-No, es que me has pillando pensando en las maneras de quitarte el vestido.

Ella sonrió, se acercó a mí y me besó en los labios, notaba un calor que manaba de su cuerpo que no me lo podía imaginar, estuvimos así como un cuarto de hora, o lo que me pareció a mí en realidad. El tiempo se paró, en un destello de emociones que, como vinieron tan juntas, no las pude identificar todas, bueno entre ellas estaban el miedo y las ganas de querer más, pero de las demás creo que se unieron en un punto fijo, sí suena grotesco, pero es así, en la punta del pijo. Me usaba cual títere sin cuerdas, pero lo cierto es que como me gustaba me dejaba, al dejarme respirar más o menos me dijo:

-La noche es larga, tendremos que dejar tiempo para el postre ¿o no?- yo no pude más que asentir, pero en realidad me entraba una especie de miedo que no era normal, no eso no era, seguramente sería pavor, sí, supongo- Vámonos que el camino es largo y yo mañana quiero despertarme fresca… o caliente, según vaya la noche- me guiñó un ojo, pero yo no me podía mover, estaba helado, era un hombre objeto- Armando ¿estás bien?

-Sí, claro que estoy bien, solo que… guau, hay tantas cosas por contarte que no sé por dónde empezar.

-Bueno, pues sube, después, en la cena ya hablaremos.

Asentí y subí al coche. Dentro estaba aromatizado por un aroma de canela con manzana que no olía tan cargado como de costumbre. En el reproductor de CD sonaba Tracy Chapman, un CD que mi padre me ponía cuando era pequeño, aún me acuerdo que sonaba en alguno de mis cumpleaños.

El viaje fue ameno, corto, para que mentir. Mientras ella cambiaba de marcha, se podía ver como el corte del vestido dejaba entrever ese tanga color crema que llevaba, ella aprovechaba para tocarme la pierna muy sensualmente. Yo tenía los ojos que se me salían, estaba en el país de las maravillas, pero está vez tan solo para adultos.

Al llegar a la entrada, lo único que pudimos ver era que un señor nos esperaba y nos dijo, dirigiéndose hacia nosotros:

-Don Armando, Señora Verdaguer, acompáñenme, su mesa les espera- con una reverencia me encandiló el ver que era tan importante, hasta que nos acompañó a una suite con una terraza que tenía una vista al valle- esta es vuestra mesa, sí necesitáis algo, tocad la campana y preguntad por Miguel, que soy yo. Señor tome esto, le será de utilidad- se sacó un sobre lacrado con una notita dentro- es de Charlie.

Abrí con mucho nerviosismo el sobre lacrado y a continuación me invadieron las ganas de… no sé cómo explicarlo, porque no era matar, si no que tenía una euforia que no era normal, pegaba mentalmente saltos de alegría, la nota tan solo ponía:

Pásatelo bien en la suite presidencial, esta te la pago yo, de mi bolsillo, igual que el condón que lleva el sobre, en caso de que no lleves, después Miguel te dará otra cosita de mi parte, esta todo apalabrado.

No podía decir nada más que gracias, pero la luz dejó ver una cosa de la que nunca me había dado cuenta aún, Blanca estaba fabulosa del todo, era una mujer bella, que el paso de los años lo único que le habían hecho era pasar, porque no le dejaba marcas. Lo que no acababa de entender era porque coño se fijaba en un tío como yo, pero bueno, aproveché la velada.

La mesa como me había dicho Charlie, estaba cubierta por rosas rojas, yo llevaba un mi mano izquierda el marco con la foto, pero no encontraba momento en el cual dárselo. Pero alcé la mano y le dije:

-Esto es para ti, comparado con esto- dije señalando donde estábamos- es una tontería, pero lo he visto gracioso y he dicho ¿por qué no?

Ella lo abrió y su cara, si tengo que decir la verdad, parecía un mural de emociones, porque estaban todas estampadas en ella. Empezó riendo, pero claro no tardó mucho en empezar a llorar de la alegría, después empezó a brotar un color rojo de vergüenza supuse, porque enseguida se giró y me dio la espalda para que contemplara que si el escote, era sexy, la espalda lo era mucho más. Entonces se giró y me mostró su lado más sensible, me abrazó y no paró de besarme, hasta que los dos nos caímos juntos encima de la cama, para pasar directamente al postre.

No me dio tiempo a decir nada más que nada. Callado por si se daba cuenta de que era otra cosa, me dejé llevar, nos desnudamos y dejando las ventanas abiertas, como las dejamos, se podían oír los animales en el valle, la luz trémula dio un largo sentido a nuestra primera vez después de muchos años, diez para ser más exactos, pero creo que esa fue la primera vez que me sentí un hombre de verdad, estaba con una mujer que me quería, me respetaba y sobre todo a la que hacía reír como nadie la había hecho reír hasta ahora.

Al cabo de tres horas de hacer ejercicios varios, nos entró hambre, tanta que pedimos por Miguel, el chico que nos había atendido, nos trajeron la comida a la cama, pero como habíamos movido tanto las sábanas pues Blanca se levantó y enderezó un poco todo, para que fuera más cómodo para todos. Entonces empezó nuestro debate y empecé yo con voz dura y sonante:

-Blanca, eres lo mejor que me ha pasado en muchos años, creo que si me marché fue por miedo a que me conocieras de verdad, siempre he sido así con las mujeres, digamos que a mí lo del detalle, es como a un ciego la vista, soy inútil.

-No te preocupes- dijo mientras me acariciaba la mejilla acompañado de un beso apasionado en los labios- juntos emprenderemos un camino unidos.

-Sí, tú y yo solos, porque soy estéril, siento decirlo en la primera cita, pero no es excusa, es verdad, ayer me lo dijeron todos.

-Claro porque los engañé, cambié tu esperma por el de un viejo de unos setenta y ocho años. Era para que vinieras esta noche seguro.

-Un momento, o sea ¿qué tú también sabías de qué iba toda esta movida?

-Pues claro, quedamos todos para darte una sorpresa. Tu mujer es una puta, vamos al mismo gimnasio y si no se ha tirado veinte veces al profesor de aerobic, es que he perdido la cuenta.

-Sí ¿ves? Es muy abierta a nuevas amistades.

-Yo también, pero no tanto como ella. Yo te quiero y quiero que vivamos un futuro juntos tú y yo. Charlie estaba arreglando para irnos incluso con Jaime.

-Déjalo Jaime no es mío.

-Jaime es tuyo ¿tu mujer no es tan guarra? Siempre usa condones, usado o no ya es otra cosa, pero siempre los usa, lo sé porque muchas veces me los pedía a mí, que como estaba en plan celibato, no me servían de nada, más que de adorno y para engañarme.

Miguel entró con una bandeja en las manos, que traía dos platos, unos con una chuminada de marisco y otra con otro sobre, pero esta vez más grande. Al estar cerca de nosotros, él se inclinó para que viéramos lo que traía y yo, que no me podía mover mucho me incliné para coger el sobre. Al abrirlo descubrí que eran los papeles de divorcio firmados por mi mujer Inés y dándome la custodia de Jaime.

El resto de la noche, después de la cena, fue mágica, estaba agarrado en la cintura de la mujer que más quería, después de mi madre, claro está. Pero mientras estaba abrazado pensaba en cómo sería nuestro futuro juntos y os puedo asegurar que tan solo podía ver florecillas y tonterías de esas, creo que por primera vez podía decir en voz alta ESTOY ENAMORADO.

Fin.

Conóceme XXXIXL

D

ía catorce de Septiembre llegó, pero a mí me pilló quemando papeles, eso significa que ni dormí ni nada, la cabeza me daba vueltas y no sabía muy bien donde estaba, bueno, miento, lo sabía perfectamente , porque olía a antiguo y de dentro se podían escuchar los gritos que generaba mi tía desde dentro, pero aún con esto, no me sentía animado, simplemente me sentía mal conmigo mismo, por haberme mentido.

Sabía que antes de ir al hotel Valldemossa tendría que llamar a Blanca, pero es que lo que no sabía es que, como se lo tomaría, no sabía exactamente que me diría y tampoco sabía cómo me lo tomaría yo, no estaba de ánimo como para tener una cita, me costó decidirme cuatro horas, que utilice para dormir un poco y un buen desayuno, que en realidad era una comida con la tía Clara, creo que eran Hamburguesas de espinacas, las quería hacer de carne picada pero es que la pobre… ya me entendéis. Después llamé a Blanca de esta manera:

-Buenos días ¿estaría Blanca?

-¿Cómo no va a estar? No sé si lo sabes, pero es un móvil a lo que estas llamando Armando- me dijo Blanca risueña- te echaba de menos y no me atrevía a llamarte por si acaso me contestaba tu mujer ¿qué querías?

-Bueno verás, he estado pensando en que igual te gustaría quedar conmigo esta noche, es que tengo una mesa reservada en un restaurante donde es muy difícil conseguir una mesa, pero Charlie me ha ayudado.

-¿Y tú mujer?

-Ah, no pases pena, ella ya ha quedado, digamos que ahora estamos en plan swingers no tiene nada que ver con eso, porque como es tan acaparadora, simplemente lo hace ella tan solo, yo esta noche es la primera vez que lo haré, aunque no te creas he estado hablando con tu primo Pedro y me ha comentado lo que… vamos que te gusto y tú a mí. No quiero meter la pata pero ¿estás allí?

-Sí, lo que no me lo creo, estoy estupefacta, nada más ¿quieres que venga ahora para consolarte?

-No, gracias pero no. Otra cosa ¿sabes si tengo que ir muy arreglado para ir al hotel Valldemossa?

-No he ido nunca pero bueno creo que sí, además siempre me ha gustado la idea de ir, pero como iba a ir ¿sola? Menos mal que te has acordado.

-Sí, sí que me he acordado, pero una pregunta ¿de qué crees que me he acordado?

-De nuestro aniversario, iré encantada, si es contigo, siempre me lo paso bien.

En ese momento estaba congelado, lo habían preparado todo, incluso el que yo me sintiera tan miserable, de pronto entró mi tía con una bandeja preguntándome:

-¿Te vas a quedar a cenar?- negué con la cabeza, porque lo que había en la bandeja, eran restos de Dios sabe qué, pero no tenía pinta de ser muy comestible- de acuerdo entonces dejaremos el revuelto de espinacas para mañana- por lo visto no tuve tanta suerte como para que se lo comiera ella esta noche- ¿dónde vas esta noche?

-Es que he quedado con una amiga.

-Sí, es cierto en mi época también se le llamaban amigos a esos que después entraban de faldas para adentro, no te olvides de llevar protección hijo- entonces saqué de mi mochila un condón que compré la noche anterior- no, eso es igual, alerta porque la mujer de hoy en día son unas calientapollas, llévate agua bendita o algo por el estilo.

-Tía, Blanca simplemente es una amiga, no creo que pase nada.

-El creer no es lo mismo que el saber ¿sabes quién me decía eso?

-¿Quién?

-Supongo que mi abuelo, pero ya ni me acuerdo, han pasado tantos años.

Mi tía en el fondo era buena mujer, un tanto mal hablada y muy descarada, pero tenía un corazón enorme que no le cabía en el pecho de grande que era.

El resto del día, pasó sin complicaciones, vamos que me lo pasé arreglándome, me tuve que ir a comprar ropa para vestir, porque como me había ido de casa sin decir nada, pues… es lo que tiene. Así que me fui compras solo, era penoso decirlo, porque tendría que comprar aparte un regalo para Blanca, una tontería, pero al fin y al cabo un regalo es un regalo. Pensé en regalarle una foto donde salíamos los dos abrazándonos y riendo, eran tiempos mejores, pero bueno, que ahora también intentaban serlo, de una o de otra manera, lo lograrían ser.

Daba vueltas por un Corte Inglés que me era extraño, porque hacía mucho que no iba a comprarme nada allí, lo que si me llamó la atención fue que, después de tanto tiempo había cambiado todo, menos el trato al cliente, que seguía siendo pésimo. Me acerqué a una vitrina donde exponían marcos de fotos y al final me decidí por comprar uno con dos ositos dándose un beso, muy ñoño, pero en ese momento es lo que sentía, la foto que tenía en casa de mis padres dentro de este marco quedaría que ni pintado. Mientras estaba pensando para mis adentros que a ver si le gustaría porque nunca había regalado nada a nadie, bueno si alguna vez. Creo que fue unos palos de golf para mi mujer, pero como no le gustaron les saque provecho yo, porque me iban muy bien para limpiarle la chimenea a mis padres. Trastos útiles para gente inútil, ese era mi lema.

Para mi tan solo me compré una americana, una camisa blanca y unos pantalones Emilio Tucci que costaron una pasta. Otra cosa que no entiendo, tener que dar falsas esperanzas a una chica cuando en realidad eres un tirado de mierda, como en mi caso, pero al menso aparentaría ser una cosa que no era por una noche.

Así que me encaminé de nuevo a casa de mi tía para dejar todas las cosas, para luego ir directo a casa de mis padres, para recoger la fotografía donde salíamos Blanca y yo. Eso es todo lo que pasó antes de irme a la famosa cena.