sábado, 31 de mayo de 2008

Niña

Infancia interrumpida, por un padre borracho y una madre yonqui, tuvo que dejar de lado una inocencia pérdida en la noche, entre sábanas mugrientas y pequeñas caricias a modo de puñetazos y huesos rotos. Dejaste atrás un mundo “seguro” entre cuatro paredes, comida y mudas limpias, para salir escapada sin nada más que una pequeña maleta y un horizonte que presentaba esperanza con tonalidades de color gris, y unas pinceladas negras que tapan todo ese matiz. El camino es angosto, pero vale la pena cuando te das cuenta que todos los años malos han pasado, y que ahora el futuro es mucho más prometedor, cuando en realidad no ha hecho más que empezar.

Al cabo de pocos días, la niña es asaltada por unos vándalos que la toman y la violan, y al acabar la faena le tiran un dinero que la ayuda a subsistir. Desconcertada se acuerda que alguien, no se acuerda muy bien de quien, le explicó alguna vez que siempre mirase el punto positivo de las cosas, en ese caso fue el dinero. Pero aunque miraba el lado positivo también veía que la estaban utilizando, en un mundo donde los bulevares, las luces de neón y otras pequeñas cosas dejan atrás un lienzo blanco lleno de melancolía y desasosiego.

Aprendió a trabajar de noche, entre las mugrientas calles de chicas que, al igual que ella, escaparon de una vida dura buscando algo mejor, pero la única opción fue valerse de su cuerpo, algo que a veces llevaba bien y a veces mal. Unas noches tocaba paliza, que mediante el maquillaje disimulaba y otras que era el típico marido de alguna conocida que pagaba el doble, una por servicio y el doble para que no le contara nada a su mujer o vecina, estos eran sobretodo los machotes que la dejaban tirada medio desnuda entre los matorrales de cunetas o aceras.

Tuvo una época en la que al, no tener dinero suficiente no utilizaba condones y tuvo que pedirse unos “nueve meses” gratis para poder ser madre; con la ilusión que le hacía de pequeña y lo amargo que se le convirtió de mayor, sin saber quién era el padre. Y sin ningún sitio al que quejarse, puesto que una nunca recuerda en que parte de atrás de un coche se concibe un crio. Pero la salvó el tenerlo una de esas famosas palizas que la hicieron caer por unas escaleras, hasta abortar con la criatura.

Las lágrimas no hicieron más que acentuar el dolor que sentía la niña, trabajaba de día y de noche sin descansar porque necesitaba el dinero, donde poder apoyarse en él para poder curar aquellas, mera escusa para poder tener la mente ocupada fingiendo un orgasmo que otra cosa, pero al final de la faena pagaba.

Un día de esos de mucho “trabajo” mientras esperaba que algún coche se la llevará, se acercó un coche de jóvenes de los cuales solo querían pasar un buen rato, pero a ella le daba mala espina, porque iban cuatro dentro y estaban pidiendo un presupuesto para los cuatro. Pero ella, que era más lista pidió el dinero por adelantado, al tenerlo en la palma de la mano, ella se subió “encantada” pero como buena chica, subió al coche, donde una vez dentro la apaliaron de tal manera que el único rasgo que quedó intacto fueron las lágrimas translucidas de desesperación que corrían por los ojos amoratados y la conciencia de una niña, que ingenua, se escapó para estar segura en un mundo donde el dolor no existía y el dinero daba la felicidad, pero lo que le dieron a ella, fue sobretodo moretones y disgustos.

A todas aquellas personas que, pensar, piensan que ser puta es un trabajo que esta chupado, pero no tienen en cuenta que tiene sus riesgos.

Quiero dejar por un tiempo sombra del pasado

Ha llegado un punto en el cual no se como seguir, bueno mentira que prefiero hacer más, pero más corto, para que así todos mis lectores, que espero disfruten, degusten más platos para picar que otro tipo de lectura, aburrida y sin sentido. Esto no es un adios, si no un hasta luego. Porfavor, perdonad la obstaculidad del asunto, pero os será recompensado. Firma un aspirante a escritor, un soñador, Lan

Gritos en la noche

Aquí, en este lugar se encuentra un hombre, cuyo destino la locura lo carcomió, recordándole que sin más estaba loco.

Se sienta a oscuras en una habitación donde solo se puede ver el reflejo de sus gafas, el resto de su cuerpo esta vestido de luto, y de hilo musical siempre tiene puesto el ruido ensordecedor de sus llantos, delirios y risas que hacían estremecer a todo aquel que pasaba por allí. A oscuras, también recuerda los tiempos pasados, donde aún no brotaban los resquicios de una locura.

Donde a pesar de ser joven e ingenuo, brotaba felicidad entre sus sentimientos, una experiencia que ahora echaba en falta.

Todo empezó cuando un día años atrás recorrió todas las tiendas de antigüedades que conocía en Palma, sobretodo en Sa Costa de sa pols, donde se pueden encontrar unas dos a lo sumo, y seguro que hay más. Estaba buscando un joyero con un hilo musical de fondo y una bailarina danzante que bailara al compás de las nocturnas de Satie o Chopin, tanto daba, simplemente quería quedar bien con su prometida, y como tocaba el piano en el conservatorio, le gustaban sobretodo estos dos. El anticuario, lo único que llegó a sacar en claro es que quería un joyero con música de fondo, una cosa muy habitual, porque todo el mundo, corría, últimamente para tener algo de tiempo, para quemar, viendo la televisión o haciendo algo artificial por donde perderse uno. La figurita de la bailarina era lo más humano que podía ofrecer a mi futura mujer, un regalo que seguro quedaba bien en la repisa de nuestra casa, en la parte más alta de aquella chimenea que habíamos pensado tener.

Pero el día del enlace nunca llegó a su destino, puesto que una semana antes de la fecha organizada, algo desamparó la felicidad de nuestro protagonista. Al llegar a casa, lo único que encontró fue un pequeño rio de color escarlata que seguía mediante una mirada de pánico si saber exactamente qué. Siguió adentrándose en la casa, con la única banda sonora de la cafetera, advirtiendo que ya era hora de tomárselo. Sus pasos demostraban o describían mejor dicho que estaba en un estado de pánico. Y que hacía años que no sentía eso, miedo a lo desconocido.

A medida que iba avanzando fue encontrando rastros y más rastros de violencia en la casa, sin entender muy bien porqué. Hasta que al fin llegó a la habitación de matrimonio donde encontró el cuerpo de su prometida tendida en la cama, blanca como las muñecas de porcelana, que aunque dan miedo, la gente las tiene como recuerdo de la infancia o algo por el estilo, en la mano derecha aún dejaba brotar unas gotas de ese jugo de color carmesí y una nota entre los dedos que decía:

El destino da vueltas bajo un vals. La bailarina volverá a bailar.

Después de leer esto, empezó a dar vueltas y a mirar de reojo incluso a sus pies, a ver si encontraba alguna pista, algo que explicará el porqué de esa nota, pero nada. Sin más dilación, se giró hacía la mesilla de noche, donde sonaba ese momento la melodía de la caja de la bailarina. Y de ella, se pudieron oír los gritos de socorro de su mujer, y como al final de las vueltas y otros murmullos se oyó un golpe sordo. Se pudo deducir que era el cuerpo de su amada, cayendo como un peso muerto encima de la cama.

Después de este incidente cada noche, nuestro apuesto protagonista sigue soñando en la llama de la pasión que sigue danzando dentro de su corazón, y aún en esa habitación acolchada, sigue oyendo los gritos nocturnos de una víctima de la locura, y decadencia de una persona que prometió amar y perdurar y lo único que consiguió fue acabar los renglones de una vida, corta y prometedora.

El único recuerdo que se guarda en la habitación de aislamiento es la bailarina de la caja que no para de dar vueltas, y aunque el tiempo siga, su melodía siempre serán los gritos de dolor de un pasado negro oscuro y sin sentido.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Dias grises

En los días en que el mundo se pinta de gris, es el día en que las personas de a pie tienen que coger el paraguas, y el mundo coge un color particular; niños con botas de colores, mayores con paraguas de los niños, muchos de estos anunciando películas de dibujos animados.

Incluso hay juegos exclusivamente para estos días, entre ellos se encuentran: Los cien metros balcón para no mojarte, los mami mira como chapoteo que suelen jugar mucho los niños con botas impermeables nuevas, los vamos a contar donde ha caído este trueno que creo que lo explica muy bien, y otros más intimistas como vamos a quedarnos en casa tapados con la manta para no mojarnos y el también famoso ya saldré mañana pues está lloviendo. Y otros muchos que ahora no me acuerdo, pero están allí presentes.

Lo cierto es que cualquier excusa es buena para pasarlo bien, por muchas adversidades que presente el día mirarlo de frente y sonreírle a los obstáculos y sonreír al pasarle por debajo.

Esta pequeña historia, coherencia, se la dedico a todas y todos aquellos que pasean por una ciudad cuando no tienen más compañía que una persistente lluvia, y que a pesar de eso no le chafan el día. A toda esa gente que alguna vez te pregunta ¿qué es lo que te hace tanta gracia? Y tú no respondes por miedo a que te miren mal, y te traten de loco.

A todos aquellos que son tan pobres para no darse cuenta que el día estés donde estés se ha de aprovechar al máximo y no solo con eso, que encima, tienes que reírle para que te sea más ameno. A todos aquellos que no sabrán nunca aprovechar lo que más comúnmente es un día gris.

Un día gris, por si no lo entendéis, es un día con pinceladas de un color que muchos han ido olvidando con el tiempo. No es un día de lluvia, si no que es un día de soledad, un día de malestar.

Dedicado a peatones que, seguro se han dado cuenta de los “días grises”

Dias grises

En los días en que el mundo se pinta de gris, es el día en que las personas de a pie tienen que coger el paraguas, y el mundo coge un color particular; niños con botas de colores, mayores con paraguas de los niños, muchos de estos anunciando películas de dibujos animados.

Incluso hay juegos exclusivamente para estos días, entre ellos se encuentran: Los cien metros balcón para no mojarte, los mami mira como chapoteo que suelen jugar mucho los niños con botas impermeables nuevas, los vamos a contar donde ha caído este trueno que creo que lo explica muy bien, y otros más intimistas como vamos a quedarnos en casa tapados con la manta para no mojarnos y el también famoso ya saldré mañana pues está lloviendo. Y otros muchos que ahora no me acuerdo, pero están allí presentes.

Lo cierto es que cualquier excusa es buena para pasarlo bien, por muchas adversidades que presente el día mirarlo de frente y sonreírle a los obstáculos y sonreír al pasarle por debajo.

Esta pequeña historia, coherencia, se la dedico a todas y todos aquellos que pasean por una ciudad cuando no tienen más compañía que una persistente lluvia, y que a pesar de eso no le chafan el día. A toda esa gente que alguna vez te pregunta ¿qué es lo que te hace tanta gracia? Y tú no respondes por miedo a que te miren mal, y te traten de loco.

A todos aquellos que son tan pobres para no darse cuenta que el día estés donde estés se ha de aprovechar al máximo y no solo con eso, que encima, tienes que reírle para que te sea más ameno. A todos aquellos que no sabrán nunca aprovechar lo que más comúnmente es un día gris.

Un día gris, por si no lo entendéis, es un día con pinceladas de un color que muchos han ido olvidando con el tiempo. No es un día de lluvia, si no que es un día de soledad, un día de malestar.

Dedicado a peatones que, seguro se han dado cuenta de los “días grises”

Dias grises

En los días en que el mundo se pinta de gris, es el día en que las personas de a pie tienen que coger el paraguas, y el mundo coge un color particular; niños con botas de colores, mayores con paraguas de los niños, muchos de estos anunciando películas de dibujos animados.

Incluso hay juegos exclusivamente para estos días, entre ellos se encuentran: Los cien metros balcón para no mojarte, los mami mira como chapoteo que suelen jugar mucho los niños con botas impermeables nuevas, los vamos a contar donde ha caído este trueno que creo que lo explica muy bien, y otros más intimistas como vamos a quedarnos en casa tapados con la manta para no mojarnos y el también famoso ya saldré mañana pues está lloviendo. Y otros muchos que ahora no me acuerdo, pero están allí presentes.

Lo cierto es que cualquier excusa es buena para pasarlo bien, por muchas adversidades que presente el día mirarlo de frente y sonreírle a los obstáculos y sonreír al pasarle por debajo.

Esta pequeña historia, coherencia, se la dedico a todas y todos aquellos que pasean por una ciudad cuando no tienen más compañía que una persistente lluvia, y que a pesar de eso no le chafan el día. A toda esa gente que alguna vez te pregunta ¿qué es lo que te hace tanta gracia? Y tú no respondes por miedo a que te miren mal, y te traten de loco.

A todos aquellos que son tan pobres para no darse cuenta que el día estés donde estés se ha de aprovechar al máximo y no solo con eso, que encima, tienes que reírle para que te sea más ameno. A todos aquellos que no sabrán nunca aprovechar lo que más comúnmente es un día gris.

Un día gris, por si no lo entendéis, es un día con pinceladas de un color que muchos han ido olvidando con el tiempo. No es un día de lluvia, si no que es un día de soledad, un día de malestar.

Dedicado a peatones que, seguro se han dado cuenta de los “días grises”

martes, 13 de mayo de 2008

Sombra del pasado capitulo 6º

6.

De las muchas ideas que ahora me estaban martilleando en la cabeza, estaba barajando varias posibilidades. Y lo cierto es que solo tenía dos; una me llevaba a pensar en un ajuste de cuentas entre armando y alguien al cual metió en prisión hacía un tiempo, y otra simplemente me llevaba a pensar en que era un manto de narcotraficantes que por error le disparó a la cabeza, pero a la cual más absurda. Porque ninguna de las dos me llevaba a entender que el asesino supiera donde vivía mi compañero, pero lo cierto es que todo estaba premeditado. El cadáver, las pistas, el lugar, la hora, y sobretodo que el asesino (mano negra, sombra voluptuosa y fugaz) dejó que estuviera allí para presenciarlo, para que así, cuando lo encontraran, yo lo desmintiera, y me cayera el pato. Que fuera sospechoso, número uno, era un juego vulgar y sucio a la vez.

Había pasado una semana desde la muerte de Armando, pero en la comisaria, aún brindaban por su muerte, en forma de luto y con un silencio sepulcral. Muchos de los compañeros me dejaron de hablar, porque Luis Luceras les explicó que la última vez que lo vio vivo, iba junto a mí en el coche, pero aunque me limpiase la sangre del inspector, aún brotaba por mi cuello esa purga, de la cual solo podía salvarme la solución del caso.

Gutiérrez no hablaba, y pocas veces me dirigía la palabra, pues me enviaron de nuevo a objetos perdidos, pues la comisaria por completo no veía con buenos ojos que un hombre que no podía tener compañero, siguiera ejerciendo como si tal cosa hubiera pasado.

Hasta que un buen día me desperecé y me acerqué al laboratorio de Luis Luceras, para tener más información sobre el caso, la policía cuando tenía sus hábitos, yo tenía los míos, así que me dirigí hasta la casa/laboratorio del forense.

La casa estaba por la zona entre Marivent y Cala Millor, con unas vistas que, las desperdiciaba por trabajar las veinticinco horas del día, y apenas salía ya que dentro del laboratorio tenía de todo, así que toqué varias veces, pero nadie contestó, así que volvía tocar hasta que me dolieron los nudillos, pero nada. Me apoyé un momento en la puerta, y esta cedió, así que entré. La sala principal seguí siendo de ese blanco que duele a los ojos si no estás acostumbrado, y seguía por ese pasillo que me obsesionaba, porque no llegaba a entender, toda esa obsesión por la muerte. Así que me quedé esperando alguna cosa, aún no sé muy bien que esperaba, pero me quedé en la sala esperando un halo de luz que alumbrara las sospechas.

Solo había una mesa, llena de revistas de antropología, una silla, un sofá y al fondo de la sala, un ordenador que brillaba con luz tenue en la habitación. Sé que un tiempo en adelante me arrepentiría de lo que estaba haciendo ahora mismo, pero ahora era ahora y no había mucho más que hacer, así que me fui directo al ordenador, para curiosear, aunque fuera en los cajones de debajo del mueble, por si había visto posible esta situación y había puesto alguna contraseña rara o algo por el estilo.

En la pantalla brillaba un documento que ponía lo siguiente:

Mallorca, Mayo de 2008, aquí reza mi informe, sobre la muerte del inspector Armando Barajas.

De entre los múltiples moratones que he encontrado mediante todo el cuerpo, he podido apreciar una perforación craneal donde después de estar investigando, he podido comprobar que fue por culpa de una bala del 7,62 x 54 R que pertenece, sin lugar a dudas a un rifle de procedencia rusa, que fue muy utilizado en la segunda guerra mundial, el arma utilizada responde bajo el nombre de Mosin-Nagant (en ruso: Винтовка Мосина) es un fusil militar accionado por cerrojo, con cargador de cinco cartuchos, que fue utilizado por las fuerzas armadas de la Rusia Imperial y más tarde la Unión Soviética y diversas naciones del bloque oriental. No sé mucho más sobre el tema, pero por eso me voy a coger información a tiendas de antigüedades y otros coleccionistas. Señor Gutiérrez me complace decirle que al no ser la primera información que le entrego bajo mano, tampoco he dicho nada a Norte para que no se preocupe, puesto que a mí también me preocupa su situación. Un saludo cordial L.L.

Había algo que no cuadraba, ¿por qué se tenía que preocupar el comisario Gutiérrez por mí? ¿Qué hice que no cuadraba muy bien por donde fuera? Armando muerto y yo haciendo el papel de cero a la izquierda. No me gustaba la idea, pero tenía que seguir investigando por mi cuenta.

De pronto oí la puerta abrirse a mi espalda, no logré cerciorarme de quien era, pero basto un gesto para adivinarlo enseguida. Su silueta era inconfundible y esos cigarros que siempre fumaba también eran inconfundibles. Era el comisario Gutiérrez que se dejó caer por el laboratorio.

-Vaya, vaya, mira que pajarito a dejado caer por aquí.

-No es lo que parece.

-Entonces, dígame ¿Qué es lo que parece?

-Pues parece que estoy robando información a la policía, pero simplemente la estoy ojeando.

Al comisario no le hizo tanta gracia, como me esperaba, pero al menos cogió la silla y se sentó enfrente mía como si estuviéramos en la sala de interrogatorios, a punto de sacar una confesión, de las que el comisario era tan popular, pero en cambio, me miraba a la cara con nostalgia.

-Norte ¿Qué es lo que hace aquí?

-Simplemente quería respuestas, y como sé que ni usted, ni ninguno de la comisaría me las darán entonces, aunque parezca hurto, rondo por estos lares que son la libertad y alguna que otra vez el libertinaje.

-Pues no esté mucho rato buscando porque no encontrará mucha cosa, Luis Luceras está en la comisaría prestando declaración puesto que dice que le han sido robados unos documentos, en los cuales residían todos los detalles de la muerte de Armando, menos mal que comisaría tiene los originales, y el ladrón solo tiene copias que archiva nuestro forense en casos como el que le estoy contando.

Entonces se giró, y sin decir más se levantó de la silla y se fue acercando a la puerta cuando un impulso me ayudó a articular una frase que tenía ganas de hacer, pero no me atrevía.

-Comisario, ya que estamos tan sinceros unos con otros ¿por qué no lo es usted conmigo ahora? Me gustaría contestará unas preguntas, y no tipo test sino en largo y tendido, que no hay prisa, y tampoco nos espera nadie.

Taciturno, se giró, se volvió a sentar y de entre otros muchos recuerdos, no recordaba nunca haber visto a alguien con esa mirada, distante y triste a la vez. Empezó a entonar, mediante pequeños recuerdos lo que iría siendo el caso que me agencié en un futuro.

-Mira Norte no sé por dónde empezar. Todo empezó cuando era un simple policía de a pie, cuando estaba bajo la tutela de tu tío, el gran Norte Sambead, que no descansaba más que para ir a acompañar a tu padre en paz descanse, en sus últimos meses de agonía, pues sabrás que tu padre era un psicólogo sin igual, que usaba la palabra cuan bisturí y el sarcasmo cuan radial, era un médico con mucho nombre.

“Entre los dos resolvieron muchos casos, entre lo listo que era tu tío y mediante las dotes psicológicas de tu padre, descubrían todo tipo de crímenes imposibles para cualquier ojo, pero los años fueron pasando y tanto tu padre como tu tío se fueron distanciando poco a poco. Tu padre ya había dejado de ejercer desde hacía años, para dedicar toda su vida a una ilusión que nunca llegaría ser feliz mediante el alcohol. Tu tío en cambio siguió subiendo como la espuma, tras la sombra de tu padre. Hasta que a los pocos años después tu padre murió de cirrosis y tú te fuiste a vivir con él. El que serías, después de mucho tiempo, una sombra inexistente, ya que no queríamos ninguno en la comisaria, ni siquiera Sambead, que ejercieras en los casos de asesinato o tuvieras que ver como inspector de policía. Pero a mí me sabía mal, echar a perder una mente tan prodigiosa como para tenerla detrás del mostrador de objetos perdidos. Así que un día, después de desayunar con tu tío, me puse en contacto con Armando Barajas, conocido inspector de policía, y le comenté a ver si le apetecería trabajar con un Sambead. No fue muy difícil de convencer, puesto que dijo que si desde el principio, además al ver tus calificaciones en los exámenes de la facultad de criminología, permíteme que te alabe, porque es el examen más fascinante que he visto en mi vida, cien páginas para explicar la primera pregunta. Allí fue mi primer amago para decirte que trabajarás bajo la tutela de Armando, pero tanto el momento como tu tío no se llegaban a presentar, hasta hace exactamente diez días, cuando el asesinato del ejecutivo de San Miguel, donde viendo la profesionalidad que presentabas bajo el estrés de la situación, se me puso el vello de punta.

“Cuando tanto Armando como tu llegasteis a la oficina del muerto antes que nosotros, me extrañó un poco, pero no comprendí nada, hasta que no até cabos desde un principio. Me puse en contacto con Luis, y me comentó un no sé qué de una caja de madera, idéntica a la que tu padre utilizaba para guardar las plumas, con las que escribía. También estuve investigando a fondo, en la muerte de tu padre, que no me llevo a más salida que a paredes tapiadas que no dejaban ver más luz de la necesaria, hasta que tanto Luis como yo encontramos a antiguos compañeros de tu padre. De estos no pudimos sacar mucha información más que, y escucha bien esto. Tu padre en realidad no está muerto, se dejó perder entre los bulevares, durante meses, hasta que cogió entre comillas la apariencia de un vagabundo. Hasta que la sociedad lo dio por muerto el no descanso, te dejó a manos de un hermano querido y te dejó entre sus cuidados, olvidando cualquier resquicio de un pasado que difícilmente puede recordar cualquier persona.

-Esta muy bien esta historia, pero no me creo ni la mitad de lo que dice, mi tío es cierto que ha sido y será siempre un policía reconocido entre muchas personas, pero lo que no me acabo de creer es como mi padre acabo siendo un borracho si según usted era un psicólogo de nombre.

lunes, 12 de mayo de 2008

Sombra del pasado capitulo 5º

Seguía en la Bonanova, corriendo a ciegas aunque ya hubieran cesado los tiros, supuse que debía ser un francotirador que tiraba desde cualquier punto alto y escondido. Tenía que volver sobre mis pasos y dar parte a la comisaría en caso de que no se hubieran enterado aún, pero nada tenía que ofrecer más que malas noticias. Era mi primer día como ayudante de inspector y ya me había cargado a mi compañero, una cosa bastante atípica dentro del mundo que me rodeaba.

Andaba sin rumbo hasta que llegué a la plaza Gomila donde cogí un taxi que me cogió a regañadientes al ver que llevaba la cara marcada de rojo sangre, pero me recogió que es lo que importa.

-Buenos días ¿Dónde vamos señor?- el taxista tenía una tez bastante pronunciada, y lo cierto es que me recordaba a alguien pero no llegaba a saber muy bien a quien.

-A la comisaría del distrito de Palma.

Durante el viaje me fijé que el taxi, era a la vez que raro, bastante raro a la vez. Tenía estampitas de santos colgados por todo el taxi, pero escuchaba música heavy, cosa que me extrañó desde un principio. Luego los cristales de atrás eran tintados de un azul muy fuerte que apenas dejaba ver el paisaje del exterior, aunque solo hubiera calles cochambrosas y muchas destartaladas, no me gustaba tener que mirar esos ojos curiosos que me penetraban por no decir que me seguían hiciera lo que hiciera. Estaba nervioso y no solo por el simple hecho de que me hubieran disparado, si no porque no sabía muy bien cómo llegar al despacho de Gutiérrez y decirle que su mejor hombre murió a mi lado. Estas ideas y muchas más que ahora no me acuerdo, me estuvieron nadando entre las neuronas durante todo el viaje, hasta que una voz áspera y seca a la vez me dijo.

-Serán siete euros veinte céntimos, y lávese la cara hombre que parece que la señora con la que ha estado tenía la menstruación.

Sonreí muy a mi pesar, porque me pareció una broma bastante cerda, para un hombre que no me había dirigido la palabra durante todo el viaje, y a la hora de cobrar dejara más dinero como propina. Así que le di un billete de veinte y le dije que se cobrara los ocho euros, y entonces noté como esos ojos volvían a mirarme mal, a analizarme, y procesar toda la información que tuvieran de mi, para plasmar ese momento, y recordar mi cara, pero antes de poder decirle nada, ya estaban rechinando las ruedas en la carretera, y no pude fijarme en la matricula de ese taxi, solo en que conducía un BMW y que era grosero, por no decir de que su cara la había visto antes, seguro.

Antes de coger el ascensor, me limpié como pude en el lavabo, la sangre de mi compañero, que residía en mi piel como maldición en un alma impura, mientras corría el agua, estaba pensando, como afrontar un futuro sin compañero, un futuro sin más ayuda que la que te presentan los informes, y no menos importante con esa marco psicológica que me dejó el francotirador en el hombro izquierdo.

Cuando entraba en la sala de juntas de la comisaría, encontré que no había nadie, en cambio encontré el despacho de Gutiérrez abierta de par en par, y una luz tenue que brindaba que entrara en ella, así que ni corto ni perezoso, entré.

Dentro de ese despacho, brindaba desde el primer día que entré un aire de autoridad y poder que estaba muy presente miraras donde miraras, pisaras donde pisaras, y por mucho que pensaras en no caer estabas atrapado en esa red de intrigas y soluciones, un círculo vicioso que nunca terminaba. Apenas tenía iluminación, solo brindaba la luz de una pequeña ventana que daba al tragaluz del edificio, y la tenue luz de un ordenador que hacía tiempo no se usaba puesto la pantalla de polvo era presente, en cambio encima del escritorio se podían vislumbrar muchos papeles, varios juegos de bolígrafos, y una caligrafía que dejaba dudar si era firme o diluida como la tinta, porque tenía trazos limpios, mientras tenía otros muchos que parecía que los había escrito un niño.

Al cabo de un par de minutos mirando alrededor del despacho del comisario, pude notar como una sombra, detrás de mi persona, asomaba, con mucha timidez pero a la vez con firmeza, su silueta recordaba como los muñecos que usan para niños que nunca caen porque por mucho que les pegues vuelven al punto de partida, pero este era bajo y además hablaba con esa voz tan característica que nunca olvidaré, la voz del señor Gutiérrez.

-Norte ¿Qué diablos hace aquí?

-Nada señor, es que he visto la luz encendida y…

-Déjese de pamplinas y dígame, ¿Dónde está Armando? Que lo estoy buscando por todas partes y ni coge móvil ni nada por el estilo.

No sabía exactamente qué hacer ni que decir, pero en seguida contesté lo primero que me pasó por la cabeza.

-Armando está aparcando.

El comisario me miró desorientado, pero escondía algo detrás de esa mirada, en sus labios se dejó percibir una sonrisa gatuna, que acompañaba a una gracia cuasi infantil, y contestó.

-Este Armando nunca aprenderá que existen las plazas de parking que tiene una en la puerta de la comisaria, siempre dando vueltas. ¿Un día sabe que me dijo?- negué tras no saber que más ofrecerle al comisario, más que seguirle la corriente- me dijo que conducir le iba bien para coger ideas, ya sabe para tejer tal tela de araña que le llevase a resolver un caso, fuera cual fuese el problema siempre lo encontraba, y decía que era por conducir. Este Armando es un tío cojonudo.

-Si lo cierto es que lo es.

Entonces, un sonido ensordecedor, entró en el despacho, era el del teléfono que estaba llamando la atención, mientras Sofía, la secretaria del comisario le estaba contando a Clara como se lo había pasado en sus vacaciones de las cuales volvió hacia poco. Entonces, vi otra vez esa mirada, de desconcierto y severidad a la vez. El inspector no hacía más que asentir y mirarme de reojo. Yo en cambio estaba quieto por miedo a que intentará algo que no llegó. Cuando hubo colgado. Me miró de soslayo añadiendo.

-Tengo una mala noticia para usted Norte. –tragué saliva y antes de que continuara le conteste.

-No hay más mala noticia que la muerte…

-Exacto por eso le quiero decir que Armando a muerto- después de varios segundos de haber soltado la noticia, el comisario estaba con lágrimas en los ojos y aquel hombre del cual todo el mundo temía, pareció cualquier muñeco de trapo viejo.

-Y ¿Cómo ha pasado?

-Pues que se lo han encontrado en la puerta de su casa dentro del coche, con un tiro en la cabeza.

Había una cosa que no cuadraba, Armando y yo recibimos una llamada del comisario para que fuéramos allí sin más dilación y la casa de Armando estaba lejos de la Bonanova, tan lejos que estaba a unos quince minutos en coche del lugar donde lo mataron. En vez de decir nada, callé y a continuación solo pude consolar al comisario, que estaba desolado. Ahora en la lista de “pistas” estaba otra no menos importante que era como preparar la escena de un homicidio, escondiendo posibles pistas.

domingo, 4 de mayo de 2008

Los aires de nostalgia.

D

e entre los angostos, y olvidados pasadizos de mi mente; a duras penas puedo acordarme de lo que llegaba a ser una buena compañía, tengo temporadas en las cuales olvido donde tengo el reloj, otras donde tengo la cabeza. Pero estoy aquí atrapado por un tiempo lejano, abra, el cajón que abra, me vienen a la cabeza, pulcros recuerdos limpios e inocentes y sin ninguna malicia detrás de ellos. Perdí a muchos amigos queridos y a otras muchas amigas, perdí a mis parientes, y ahora mirando al espejo descubro que mi piel es vieja y arrugada como una hoja de papel mal utilizada. Y de entre ellos otro muchos recuerdos que ya han borrado el paso de los años.

El otro día, por ejemplo abrí por casualidad, un cajón que hace años no abría, por miedo a que me abordarán los fantasmas de antiguos amores, antiguos enemigos. Lo único que encontré entre montañas de ceniza y olvido, fueron los diarios de cuando era pequeño, y mi viejo lápiz, junto con mi estilográfica y varias fotografías dentro de una caja de galletas suizas de la época, que aún olían a mantequilla. Cogí todo lo que había dentro y me transporté a la época de mis años mozos, unos años donde aún no me había embargado aquella desilusión, que ahora siento. Santa Catalina.