domingo, 31 de agosto de 2008

Cuestión de hacerlo

Era una noche perfecta para hacer todo tipo de cosas, como por ejemplo conocer a gente nueva. Ernesto era un chico de unos veintitantos, pero tenía una manía de conocer a todo tipo de gente y las conocía por chat, páginas especializadas en citas, etc. Resulta que aquella misma tarde quedó con una chica, no sabía mucho más que su nombre, pero le bastó. La chica en cuestión se hacía llamar musa perfecta y por lo que pudo leer, era un prototipo de artista en preparación, escribía, esculpía y que se yo cuantas cosas más, pero eso le gustó bastante, por eso quedó con ella.

Quedaron en un restaurante muy cuco que había en la plaza de España, era vegetariano y para Ernesto eso era nuevo para él. Nervioso y con mucho sudor en la frente, esperó en la parada de autobuses que hay enfrente de la plaza de España, habían quedado que se presentarían con un ramillete de orquídeas blancas, algo que ya lo desconcertó, puesto que no había pensado en detalle alguno, Ernesto era más de ir al grano. Esperó como un cuarto de hora y lo único que encontró fue a unas cuantas chicas que iban sin nada en las manos y una que iba con una flor pintada en el rabillo del ojo de un color blanco precioso. Él llevaba una flor en la mano, la miro con detenimiento, pero no era igual, así que siguió esperando.

Recibió una llamada en el móvil y cuando lo cogió vio que la chica del tatuaje o maquillaje, no sabría muy bien que decir, también estaba llamando, la voz del teléfono era femenina y no llegó a acertar el acento en el que forzaba tanto el español, no le había llamado nunca esa mujer, después cayó en que debía ser musa perfecta, colgó de inmediato y se acercó a la chica de la flor.

-Perdona ¿eres musa perfecta?

-Sí, soy yo ¿tú eres Chico guapo?

-Sí- Ernesto pudo dejar entrever que de sus mofletes aparecía un color tirando a rojo, la vergüenza. Ella, por otra parte era guapa, al acercarse vio que era un tatuaje, alguna creencia pensó, pero no le dio la más mínima importancia.

-Supongo que sabes que lo que llevas en las manos no es una orquídea blanca, es una simple rosa de color blanco, que no tiene nada que ver, es igual al menos te has presentado, es lo que importa.

Se fueron al restaurante, ella pidió una ensalada de pasta y él otra ensalada, pero esta vez de cuscús. Se fueron conociendo e incluso reían de muchas cosas que tuvieron que pasar para poder quedar aquel día, musa perfecta que aún no había dado su nombre verdadero, era una chica bastante extrovertida. Tenía un taller en la calle de los Olmos y un gato que cuidaba desde hacía un par de años al cual le llamó Van Gogh porque se lo encontró con una de sus orejas, arrancada de cuajo, alguna pelea o algo así.

Ernesto pensó en la posibilidad de terminar en ese taller “mirando sus bocetos” y degustando los labios de musa perfecta, pero por el momento aún estaban en ese restaurante comiendo ensaladas y conociéndose mejor.

-Perdón es que con todo el follón de encontrarnos, ¿Cómo te llamas? Para que veas que no va en mala intención, yo me llamo Ernesto.

-Yo me llamo Elsa y antes de que preguntes sí, mi abuela de parte de madre era rusa, por eso me maquillo en el rabillo del ojo esta orquídea blanca.

La velada terminó con un candente beso bajo las estrellas, él la acompañó hasta el taller donde ella trabajaba y allí se despidieron. Ernesto como no solía dejar las cosas a medias, le metió mano por debajo del suéter que llevaba, ella le quitó lentamente la mano de sus pechos y a continuación le dijo:

-Déjame, esta noche ha sido muy romántica, no quiero estropearlo con un simple polvo, pero si quieres podemos hacer el amor.

-Pero si es lo mismo.

-No, no es lo mismo ni por asomo, mira verás es que estoy haciendo un estudio, que me ha dado mi profesor de arte que consiste en: conocer a un chico, como tú y a la hora de las despedidas, como ahora. Que me haga una escultura, pintura o lo que él quiera que sirva como referente dentro de la sexualidad de la mujer.

-No entiendo, pero si quieres puedo intentarlo.

-Venga, sube.

-De acuerdo.

Subieron hasta, lo que logró contar Ernesto un tercero, es que lo de subir escaleras nunca se le dio muy bien, porque él era más de ascensor y cosas de estas modernas. Pero al llegar a la puerta donde tenían que llegar, vio que el sitio era el típico taller de estudiantes, donde todo está patas arriba y no hay orden ni desorden, simplemente un caos que lo envolvía todo. A los pies de Ernesto apareció un gato con una sola oreja, Van Gogh pensó él, quien si no. El gato solo hacía que acariciarse con su pierna, pero Ernesto no decía nada, se dejaba llevar. Levantó la mirada, para ver donde estaba Elsa, pero no la encontró, siguió adelante buscándola, pero nada, hasta que ella apareció detrás suya con un montón de barro.

-Ahora me gustaría que esculpieras lo que es el seño entre dos personas y luego me lo expliques yo, mientras voy a escribir un par de poemas.

Ernesto dejó alzar su imaginación y quería sacar algo artístico, pero claro al no saber muy bien qué hacer empezó a alargar la masa de barro, hasta que salió una especie de basilisco y entonces él pensó “mira esto es un pene”, pero claro era una representación de dos personas, una sensación, un motivo, un algo. Eso simplemente era un pene que nunca existiría, era una sombra de lo que quizá a él le gustaría tener, nada más. Tenía que pensar. Miró alrededor para hacerse una idea, coger algo prestado, en cuanto a imaginación se refiere, pero lo único que encontró fue a Van Gogh, cosa que no le fue muy bien, porque este solo quería jugar con Ernesto.

-Elsa ¿seguro que tengo que hacer esto? Es que verás no tengo mucha idea de esculpir y es que dejé de jugar con barro a los cinco años.

-Ernesto por favor ayúdame con el proyecto de clase es que si no me suspenderán y necesito esta nota buena. Al menos esta porque las demás no es que las lleve muy buenas.

-De acuerdo te ayudaré, pero dime ¿he sido el primero al cual se lo has pedido?

-No, se lo he pedido a unos cuantos, si no mira las paredes del taller y lo verás reflejado, es un estudio de estadística, y tengo que coger que tanto por ciento es romántico, salido o simplemente incompleto a la hora de describir sentimientos.

Él se giró para ver mejor los trabajos ya expuestos dentro del taller y casi todos eran pinturas, había varios diferentes. Como por ejemplo dos delfines entrelazándose, un árbol floreciendo, una mano acariciando terciopelo o lo que fuera eso, una lámpara dando luz a una habitación dejando ver a dos sombras en la pared besándose, etc.

La idea no le aclaró mucho las dudas, sabía que tenía que representar el acto sexual mediante barro, era difícil, pero tampoco era imposible. Así que se puso manos a la obra. Cogió el barro y empezó a modular su escultura, estilizó una figura de torso para arriba, eso era sencillo en parte, luego moduló otra enfrente, dejándola atrapada entre los brazos de la primera dejó entre ver que se viera un seno. Le llevó bastante tiempo pero al cabo de unas cuatro horas, al terminar la figura, llamó inmediatamente a Elsa para que fuera donde estaba él, para que le pudiera explicar que significaba todo eso.

-Y bien ¿Qué querías?

-Pues mira lo que he plasmado- le enseñó la estatuilla de dos ánimas de barro, donde la sensualidad podía más que la imaginación y a continuación añadió- te explicaría lo que significa, pero es que ahora mismo no me acuerdo. Bueno algo tiene que ver con que según nuestra biblia el hombre nació del barro o alguna otra religión, pues bien lo que vengo a entender yo aquí, en esta estatua, es que la sexualidad es una cosa innata, una cosa en la que nacemos sabiendo que sucederá, que igual en la sociedad de hoy en día hace falta algo más que pura atracción sexual, simplemente lo que vengo a decir ahora mismo, perdón pero estoy muy nervioso, es: Nos convencemos de que las personas son como imanes que se juntan por pura atracción animal, pero en realidad el animal es el que piensa así, nosotros nacemos con sentimientos, con un corazón que aparte de bombear, nos hace sentir, soñar, volar, crear, sentir. Perdón creo que me repito. Sé que igual me he portado algo grosero contigo antes de subir lo lamento, pero es que tienes un cuerpo, una sensualidad que te recorre, que no he podido resistirme. Supongo que como esta escultura te harán más, pero te la regalo, porque me ha dado que pensar y aunque vaya a nota por estadística como has dicho antes, espero al menos entrar en un uno por ciento de esa sociedad que se da cuenta de las cosas.

-Me has dejado… anomalada.

-Anonadada.

-Eso, ningún chico, para empezar, ha detallado mejor el sentido del sexo, cosa que tú, lo has sabido plasmar a la perfección. La sexualidad no es más que diversión entre dos personas, nada más, que sea divertido o no es otra cosa, pero el cariño, el efecto sensual, los sentimientos, todo eso se pierde y se tira por el retrete una vez empieza todo el festín de sexo lujuria, etc. Lo que quiero que vea la gente no es como me ponen nota, porque en realidad no es nota, si no simple ocio. Quiero conocer a chicos tipo tú para ver que tal llevan lo de los sentimientos. Necesito a alguien como tú, que me comprenda, que sienta latir todas las partes del cuerpo ¿Qué digo del cuerpo? Del mundo, que me haga sentir mujer y sobre todo que me respete y valore como lo que soy, no lo que le gustaría que fuera. Gracias por esta velada, te prometo que nos volveremos a ver, ahora márchate antes de que amanezca, como un amante veneciano.

Ernesto se marchó un tanto molesto, pero en cierta manera aliviado.

Al cabo de unas semanas recibió una carta en la que se le invitaba a una inauguración de una exposición en el gran hotel, el nombre que se podía leer al final de la postal era Elsa y un cuño de una orquídea blanca en el rabillo de un ojo. Encantado fue a ver la exposición, se llamaba “cuestión de hacerlo” y estaba lleno de gente con clase. Ernesto buscó y buscó, pero no encontró a Elsa. Entonces notó como el reflejo de un espejo lo cegaba, era Elsa dando señales de vida, alzó la mirada y allí la encontró, refugiada en una Ilíada de gente, le hizo señas para que fuera donde estaba ella. Él, subió guiado por el instinto y una vez arriba, solo entonces, vio la escultura que Ernesto había hecho con un letrero que dejaba bien claro que aunque no hubiese sido ella la autora, fue lo que la movió a hacer la exposición.

viernes, 29 de agosto de 2008

Conóceme XXVI

R

icardo, por otra parte, se tomaba las cosas en calma, y es que al tener un piso propio sus padres no es que se metieran mucho en su vida, simplemente se veían cuando él lo necesitaba de verdad. Su padre era, el típico padre que no entendía las nuevas tendencias de la homosexualidad, las tomaba como objetos del diablo, cosas de herejes que tan solo servían para acabar en el infierno, con mucha más gente como él. Su madre, por otro lado, era la típica madre que protegía a su hijo, fuera en lo que fuera, todo son halagos por parte de ella hacia su pequeñín, por eso no los veía mucho, porque se agobiaba, solo pensando lo que pasaría si iba a casa de sus padres. Pero claro todo cambia y, también tenía que ir a decirles a sus padres que había salido del armario con los brazos bien abiertos.

Me llamó al móvil, para que lo acompañara o por si necesitaba que les explicara algo que no entendieran, yo que sé, simplemente no me acuerdo. Pero sí, que me marcó, que al poco de llegar, lo primero que viera, fuera a su padre acariciando la escopeta con la que iba a cazar liebres, codornices y otras muchas cosas de esas que se mueven por los campos, yo como soy urbanita, no me quites el ordenador porque si no, no te sabré hacer una O con un canuto. Me impresionó en parte porque hacía mucho tiempo que no lo veía, los años tampoco es que lo cambiaran mucho, ya sabéis, menos pelo, más peso, menos ganas de hablar con nadie y más ganas de discutir por el tiempo o discutir en sí, sin ningún motivo. A la madre no la vi aparecer hasta que sacó del horno las magdalenas que tenía preparadas para nosotros.

-Ricky, cuánto tiempo, menos mal que me llamaste, mira Arsenio ha venido nuestro Ricardo ¿no te gusta la idea?- el padre no tenía palabras cariñosas que soltar en ese momento y lo único que hizo fue, una especie de gruñido que supongo, quería decir “hola” o algo por el estilo. La madre se acercó donde estábamos y nos susurró- es que se ha peleado en el bar con Anselmo, ya sabéis, ese que siempre está bebiendo y molestando a los demás, pues hoy se ha metido contigo y tu padre le ha dado una buena zurra.

-¿Cómo se ha metido conmigo?

-Según dice tu padre, Anselmo solo hacía que repetir que nuestro hijo era un sarasa de mierda que le gusta ir disfrazado de señora- se echó a reír- que cosas tiene la gente, hay algunos que tienen una imaginación.

Ricardo me miró de reojo y en seguida lo entendí, iba a ser más difícil de lo que aparentaba en un principio, sus padres no entenderían nada y, a mi me tocaría explicar lo que significaba cada cosa. Que planazo por Dios.

Nos sentamos en la mesa del comedor, en una mesa que cabían seis personas, pero que solo ocuparíamos cuatro asientos. La madre estaba tan emocionada que incluso sacó la vajilla buena, la de la boda, para que vieran que tenían clase. Aunque los conocía desde hacía años, nunca me habían tratado tan bien y lo cierto es que me sentía raro, porque me observaban hiciera lo que hiciera. Hasta que la madre no rompió esta especie de silencio no se dijo nada.

-Ricardo, cariño ¿Qué es lo que querías comentarme? Ya sabes cuando hemos hablado por teléfono, parecías preocupado ¿no estás bien hijo mío? ¿Qué te pasa?

-No, mamá estoy muy bien, simplemente os quería ver, hacía tiempo que no sabía de vosotros.

-Si hombre, y los sapos tienen pelo en los sobacos, no te jode- su padre, como podréis ver era más escéptico según el momento en el cual se encontraba, ese día estaba mal por la pelea en el bar, pero la pagaba con todo el mundo- que ¿Qué coño quieres? Si es dinero olvídate, tu madre fue de rebajas, no hace falta decir mucho más.

Cabizbajo me miró y en seguida, como quien suelta una palabrota sin querer en un sitio que no toca Ricardo dijo:

-Papá, mamá. Sé que esto igual suena un poco duro, pero quiero que sepáis que me gustan los hombres.

El cuadro que vino a continuación, fue el siguiente. La cara del padre se quedó blanca como la tiza, por no reaccionar, estuvo dos minutos a lo sumo sin pestañear. La madre por otra parte le empezó a preguntar a ver si le gustaban los mismos chicos que a ella, como si fuera una reunión de marujas. Yo estaba esperando aún la reacción del padre, pero este seguía sin abrir boca, perdón, sin cerrar boca, se quedó literalmente boquiabierto por la noticia. Pero no duró mucho el tema, un pequeño lapso de tiempo porque acto seguido de este pequeño paréntesis, despertó de cual sueño y me miró fijamente, para luego mirar a Ricardo.

-Hijo espero que este de aquí, no sea el que te dé por culo.

-No papá, este es simplemente un amigo que me acompaña, según la reacción que hubierais tenido tanto mamá como tú.

-De acuerdo, porque si no si que te los buscas feos- dijo la madre de Ricardo, que a la vez pensé, estas más guapa calladita señora León ¿por qué no hace bien, e intenta meterse la lengua en el culo? Pero claro, la euforia del momento- ¿sabes desde cuando lo sabíamos Ricardo?

-¿Desde cuándo?- preguntamos los dos, es que ya puestos a preguntar, pues se pregunta, la curiosidad me podía.

-Esto lo quiero contestar yo, por favor cariño, déjame que le diga a tu hijo que le cuente desde cuando lo sabemos, me hace ganas- la madre calló, para dar paso a un padre emocionado- Sabemos que te gustan los chicos desde que tu madre te daba el pecho, porque preferías un buen biberón a una buena teta.

-Arsenio eres grosero con ganas, aunque sea verdad no le digas esas cosas a tu hijo en público.

-De acuerdo, lo siento, mea culpa. Pero hijo si me he quedado blanco, si por un momento has pensado que me importaba que salieras con chicos, no pases pena que tu tío también lo es, es más de pequeño siempre me metía con él por el dichoso tema de las muñecas. Y me dijo un buen día, en el que nos casamos tu madre y yo, que el primer hijo que tuviera saldría como él, yo en ese momento no le creí, pero al nacer tú, había cosas muy raras, como por ejemplo lo del pecho, entonces lo entendí. Bueno eso, y que tu tío también frecuenta el mismo bar de ambiente que tú, lo llaman la orquídea blanca y va disfrazado casi siempre de cisne.

-¿Ese es el tío Arturo?

-El mismo.

Vaya, vaya de lo que se entera uno.

-Además que me he quedado de piedra cuando has venido con este chico, porque cuando vamos de restaurantes y tal, siempre te fijas en los camareros más cachas. Y no en chicos normales y corrientes.

-Papá que me estoy poniendo rojo, que yo tengo pareja, o al menos intento tenerla, mira se llama Héctor y es culturista- se sacó la cartera para enseñarle una foto que llevaba en ella y la mostró a sus padres- mirad que guapo es mi niño.

-Sí, es cierto que es guapo, ya me gustaría tener uno así para mí- dejo caer la madre- pero todos sois o casados o maricones. Que gracia cuando lo cuente en la peluquería ¿Por qué supongo que lo podré contar no?

-Claro, y también lo puedes sacar en el periódico, si quieres, poniendo con letras grandes “Ricardo León es un maricón”, creo que ya está bien de fingir.

Yo, en realidad aún me pregunto qué hice en esa cena, porque empezaron a hablar como cotorras y no pararon hasta bien entrada la noche. Fue emotivo el ver que todo el miedo que pasaba Ricardo era simplemente una máscara para que nadie viera como era en realidad, una máscara que se podría haber quitado desde hace muchísimo tiempo atrás, porque fuera donde fuera, lo respetaban como persona.

martes, 26 de agosto de 2008

Conóceme XXV

Y

a os podéis imaginar cuales fueron los acontecimientos que se presentaron desde el punto en el cual Pedro se entera que su padre se está muriendo y, que su madre por otra parte no puede cuidar de Jonás, porque como es mayor, pues según que no puede hacerlo sola. Por otra parte estaba el factor ¿Dónde me meto yo? Bueno tenía bastantes expectativas a ver… Estaban mis padres, que no porque no iba a volver a su casa en plan “papá, mamá vuelvo a casa porque Pedro tiene que cuidar de su hermano subnormal”, la contestación de mi padre aquí sería “Pedro es el subnormal, no te engañes hijo, no te engañes”, vale tengo que admitirlo, yo, en la situación de mi padre, tampoco me lo creería, porque Pedro siempre ha sido… muy Pedro. La otra opción era aprovechar ahora que estaba vacío el piso de Charlie, pero cambié de idea cuando me enteré que Andrés lo usaba con Nuria muy frecuentemente. Y por último estaba la pensión Clarita, no es que fuera una pensión, pero si la casa de mi tía, la pobre ya está medio muerta y como pasa desapercibida allá donde vaya pues eso, la gente cree que está muerta, pero está bien viva.

-Tía, cuánto tiempo sin verte.

-Sí, desde la comunión, tú comunión.

-Ya, es que verás he andado muy liado, ya sabes negocios y cosas de estas, una vez haces la comunión te salen unas responsabilidades, como para darles esquinazo.

Se puso a reír mostrando una dentadura postiza que se le caía por momentos y seguía teniendo el mismo sentido del humor que siempre.

-¿Qué te han echado de casa?

-Hace como dos o tres años ya, he perdido la cuenta.

-Ah, está bien que pienses conmigo desde un principio. Y ahora ¿se puede saber que quieres? Porque si es dinero no tengo, el funerario se ha llevado sus honorarios esta semana y tengo que comer las sobras de los demás. Si te quieres quedar en casa… bueno tú sabes que cocino bien, así que tráeme los ingredientes y te cocinaré lo que quieras.

-De acuerdo.

-En cuanto a traerte a mujeres aquí, no te lo recomiendo en caso de que te quieras deshacer de ellas- se puso a reír y en seguida empezaron a caerle lágrimas de la risa.

-No pases pena tía.

Pasé dos semanas nada más allí. Digamos que luego volvió a aparecer Inés y las cosas cambiaron. Mi tía resultó ser más repulsiva que Pedro. Vale, tenía problemas con la vista y se ve que también con el gusto, porque muchos de los platos que ella preparaba eran dulces en vez de salados y los dulces, normalmente tenían burbujas de Colon. Menos mal que después de dos semanas Inés se dio cuenta de que no podía estar más sin mí y yo sin ella sinceramente.

Pedro por otra parte tenía problemas en casa con su hermano. Digamos que este tenía una decoración tirando a vulgar, el cuarto de baño, era en realidad un nido de revistas pornográficas donde Jonás aprovechaba para estudiar anatomía. En la cocina se podría aprender biología ya que en dos semanas descubrió que tenía un nido de cucarachas y no sin antes consultármelo, pensó en tener una chica de la limpieza. Yo accedí a ayudarle, incluso haría entrevistas a su lado, si lo necesitaba, pero creo que esto último no necesito mucha ayuda, bueno quizás al principio sí.

-Armando ¿Cómo se pone un anuncio de busco chica? ¿No será como esos anuncios de citas del periódico? Que ya sabes que tengo que cuidar de mi hermano, no pervertirlo.

-Pedro, si lo que quieres es educar bien a tu hermano, tira todas esas revistas de porno duro que tienes tanto en el baño como en la parte de debajo de tu cama.

-¿Tú, eso como coño lo sabes? Fisgoneabas ¿verdad?

-No, simplemente limpiaba, cosa que tú no tuviste ganas de hacerlo nunca

-Es que si una cosa te gusta ¿por qué tocarla?

-Cambiando de tema, porque con este veo que te lías, pondremos un anuncio, yo que sé dónde, pero lo pondremos, luego tú te encargaras de elegir a la chica, mujer o engendro que quieras elegir ¿de acuerdo?

-De acuerdo, pon en el anuncio que solo vengan rubias con el pelo corto.

-Sí hombre y también con implantes en los pechos.

-No, eso no, porque ya es pedir demasiado, pero que si se pudiera, no te digo que no lo pidiera.

-Era sarcasmo, por si no lo has notado.

-Bueno vale… pues entonces ¿pueden venir con liguero? Ya sabes de esos que enseñan las piernas.

-Pedro, haz el favor de tomártelo en serio.

-Vale, entonces pon que no sean sudamericanas que no puedo con ellas.

-Además racista está bien, déjame solo para escribir el anuncio.

-De acuerdo me voy a darle de comer a Jonás. Ahora verás, Jonás ven aquí- Jonás apareció en el umbral de la puerta- ¿ves? Parece un perrito cuando le das de comer, solo le falta mover la cola.

-Joder, como te pasas, venga márchate ya.

Al irse, empecé a escribir el anuncio y así terminaremos con la descripción de las andanzas de Pedro con su nueva cualidad de canguro.

lunes, 25 de agosto de 2008

Conóceme XXIV

N

ormalmente no me doy cuenta de las cosas, pero en el caso de Pedro, era inevitable darse cuenta. En las conversaciones miraba para otro lado para que no viéramos que le costaba entender lo que en sí estaba pasando a su alrededor. Al bajar de la casa de sus padres no pasó nada que saliera de lo normal, lo típico, nos despedimos, dos besos para la madre, la mano a padre y un abrazo muy fuerte para Jonás, que aunque no lo pareciera, lo necesitaba de vez en cuando.

Fue al estar una o dos manzanas más para adelante cuando noté algo raro a Pedro.

-¿Qué te pasa macho? Parece que te ha muerto alguien.

-No, pero se está muriendo, no sé si te has dado cuenta, pero mi padre tiene cáncer y bastante avanzado. No puedo decir nada más.

-¿Por qué no te abres un poco?

-Por dos cosas: una, no tengo un baño donde ir y soltar todos los sentimientos que me corroen y dos, no pienso mostrar un ápice de mis sentimientos a alguien como tú. Ya estamos que eres mi compañero de piso, pero hay cosas que mejor ni comentarlas. Entiéndeme me avergüenza el tener que cuidar a mi hermano pequeño, por ser subnormal, me aterra el tener que cuidar a mi padre cuando necesito cuidarme antes a mí mismo y por último me aterra- hubo una pausa para dejar sonar un sonoro sollozo-… el tener responsabilidades de las cuales sé que me vendrán grandes desde un principio.

-No pases pena Pedro, todos alguna vez tenemos que pasar por el aro, todos.

-Lo sé pero es que mi situación… no es que me aterre, es que me da vergüenza el que no llegue nunca a ser el hijo que quisieron mis padres. Por si no te has dado cuenta, mis padres me tratan con recelo porque me olvidé de ellos al cumplir los dieciocho. Mi vida es mía y claro que haré algo por ellos, pero ahora, en este momento me es imposible. Mira como estoy, estoy destrozado, mi padre me llama cada dos por tres para que vaya a visitarlos, para que Jonás no vea los ataques que le pegan a mi padre por el cáncer. Tú los has visto, esputa sangre. Lo que mi padre pretende es que Jonás venga a vivir a casa, con nosotros…

-Por mi vale, lo que no sé donde pondremos las escobas, porque tu piso muy grande no es que sea.

-Ahora veo que me entiendes- dijo sollozando cada vez más fuerte, nunca lo había visto así, tan tocado, tan sentimental, tan real. Dentro de esa pared que él hizo con un titulo de indiferencia, resulto que al final de indiferente nada, era bastante normal a los demás-, por eso te iba a pedir que te buscaras algo donde poder pasar una temporada, no te quiero echar, pero es que la necesidad me puede, ahora tengo responsabilidades de las que no puedo desprenderme porque son necesarias ¿ves? No sé ni lo que digo, estoy hecho un lio.

-No te pongas así, vamos… en serio vayamos a tomarlo con mucha calma, si es porque me tengo que ir sabes que este, no es problema, volveré a casa de mis padres.

-Uf, eso está bien, pero hay otro problema y es que yo limpiar, bueno ya me entiendes, no suelo limpiar mucho, pero ¿me podrías ayudar?

-Claro toda ayuda es buena. Venga vayamos a casa porque el día ha sido largo, te tumbas en la cama y descansas.

-Sí, de acuerdo

Como podéis ver, toda persona tiene su lado humano, incluso un orangután de tres al cuarto como Pedro, tiene sus sentimientos. Aunque parezcan ironías de la vida, la ironía en esta historia es que los sentimientos siempre acaban floreciendo.

viernes, 22 de agosto de 2008

Conóceme XXIII

P

edro, por otra parte, empezaba a enseñar su lado más humano. Tenía bajo su tutela a un hermano con el síndrome de Down t unos padres ya mayores que cuidar, pero no obstante, no solo era eso. Pedro también se planteaba el dar un giro en muchos aspectos de su vida. Por ejemplo, quería de veras el conocer a una chica, no la típica que se puede encontrar en un bar para olvidar lo mal que le ha ido pasando el día, ni lo mal que lo pasa con su marido en casa. Lo que Pedro estaba a años luz de cambiar era su manera de hablar.

Creo que el primer paso fue el más importante para él, en cierto modo todo empezó, una mañana de Abril, después de hablar conmigo mientras estaba en el baño. Al día siguiente me mintió diciendo que se iba a ir a grupo de alcohólicos anónimos y cosas por el estilo y en realidad se iba de escondido a ver a su hermano Jonás. Tengo una coas que decir, no pongo paréntesis pero lo diré del mismo modo, Pedro, sí, ese guarro que tenía por compañero de piso, como dije antes era un padrazo y si le dejan a un muchacho como Jonás, pues bueno haceros una pequeña idea.

La relación que tenía con su hermano, era como la que tenía con la mayoría de la gente, o sea mala, pero solo tenía que trabajarla un poco. Dentro de lo que sé, por muy buena tinta, su padre, es que los primeros días de verse después de mucho tiempo sin tener contacto, fue de no conocerse. Estar uno enfrente del otro sin decir nada, simplemente mirándose. Rompió la veda el primero que rió. Según su padre esto es un comportamiento de aproximación más humano de lo que parece, aunque había otros aspectos dentro de la vida que no eran tan humanos, que ya iremos viendo durante la historia de Pedro.

También estoy barajando la posibilidad de que igual me meto donde no me llaman, de que Pedro esconde algo más, ahora en este momento no lo sé, pero sí que esconde, como siempre.

Su padre fue muy bueno conmigo a la hora de explicarme todo lo que pasó al tener que criar a Pedro. Yo en cambio le mentí desde un principio diciéndole que Pedro me hablaba mucho de ellos, cuando en realidad los daba por muertos. Un día me invitaron a cenar, para contarme de esas historias que suelen contar los padres para que los niños se vayan a dormir. Ya me entendéis, de esas historias que una vez te las cuentan te quedas pensando “joder, que bien vivimos ahora” o cosas por el estilo.

-Verás yo desde muy joven he tenido que trabajar ¿en qué trabajabas tú, Armando?

-De lo que va saliendo, más o menos, no tengo rumbo fijo.

-Eso es bueno, hasta que el rumbo te lleva a la ruina- se puso a reír-, no en serio, yo tuve temporadas en las que no hacía mucho más que tú. Pero también hay que decir una cosa, los tiempos eran muy diferentes a los de ahora. Por ejemplo, por poner algo sobre la mesa, yo antaño trabajaba en una relojería, oh si, esta historia es muy buena ¿verdad que sí Jonás?- Jonás rio en plan de saber de que hablaba, hacía gracia verlo reír, tenía una cara de alegría que no era muy común, mostraba todos sus dientes como si fuera forzado, pero todos en la mesa sabíamos que era su manera de ser, todos, claro está, menos Pedro que estaba mirando para otro lado, como si para él no fuese la cosa-. Todo empezó en el año… permitidme no decir el año, que entonces me acuerdo de lo viejo y débil que me he vuelto y me entra la nostalgia.

“Yo tenía dieciséis años, todos y cada unos de esos años bien vividos por el momento, pero claro las cosas no iban bien para nadie y mis padres al tener casi diez hijos, digo casi porque a Pedro, mi hermano menor bueno el que iba detrás de mí, murió al poco de nacer por pulmonía. Lo que iba diciendo, mis padres estaban desesperados porque no sabían cómo pedirnos las cosas, muchas veces hasta que no nos ofrecíamos no abrían boca, pero eran mayores y lo hacíamos sin rechistar, no como ahora- miró con gesto agresivo la cara de Pedro que no estaba prestando mucha atención-, pero claro el tiempo pasaba, las guerras con ellas, la mayoría se iban, pero claro, todo vuelve a empezar y era un sin vivir.

“La única atracción que teníamos por aquel entonces, era ir a mirar la vieja relojería del señor Vidal, que en paz descanse. Era una relojería que brillaba de tanta ilusión, fascinación y por qué negarlo, estaba Clara Vidal quien también era buena para hincarle el diente, era una sobrina o algo así, pero era el resplandor de la tienda, dentro de esa atmosfera, solo había una cosa que podía acallar a esos tic tac a la inmensa nada, y esa era ella. No os voy a negar que al verla, en vez de pasar una vez, como hacía normalmente, pasaba mañana, tarde y cuando cerraban sobre las nueve de la noche. Era un espectáculo espléndido, lleno de magia a su alrededor. Tenía unos ojos verdes que brillaban al resplandor del sol y un cuerpo que dejaba amarillenta cualquier porcelana, era una princesa que debía tener poco menos de dos años más que yo. Seria, atenta, guapa… lo tenía todo, incluso novio. Rodrigo, era el típico chico que siempre entra en bronca por cualquier cosa, pero estaba con ella, en estos casos me entran ganas de comparar a un monstruo guardando un preciado tesoro, pero hice algo mejor.

“La guerra seguía en auge y mis padres cada vez más pobres, yo no tenía nada que perder y mucho que ganar, así que un día de buenas a primeras, en mi paseo, me acerqué a la relojería y me encaré al señor Vidal, diciéndole que quería entrar a trabajar, por mucho que fuera de limpia agujas o algo por el estilo, lo que quería desde niño era entrar en una relojería, no dije nada de la sobrina, no fuera cosa que tirara las cosas al traste. Vidal me miró de reojo como si me conociera de antes, supongo que me tendría visto de por enfrente del escaparate, o ¿Quién sabe si la señorita Vidal le había hablado ya de mí? No era probable, pero dieciséis años dan mucho para la imaginación y yo no podía ser menos. Pero el señor Vidal me aceptó como ayudante, no me quejé aunque tuviera que llevar cajas y más cajas llenas ¿Qué digo llenas? Repletas de relojes, pero me era indiferente, estaba al lado de Clara Vidal.

“Al principio no me hacía mucho caso, porque claro, una chica de dieciocho años, hablando con uno de dieciséis, que vergüenza que los emparejaran, así que primero se hizo la esquiva, pero cada día era una apuesta para mí, así que cada día me presentaba bien peinado enfrente de la relojería y con una flor en la solapa de mi camisa de los domingos, que se convirtió en la del día a día, pero claro hasta que pasaron unos tres meses ella no empezó a dirigirme la palabra, bueno perdón dirigirme la palabra no, si no que me mandaba hacer las tareas más sucias, como por ejemplo, limpiar y engrasar las agujas de los relojes de cuco o los de pulseras. Yo era inexperto, así que siempre acababa manchándome entero. Ella reía y yo, en cambio, maldecía sinceramente, porque sabía que al llegar a casa mi madre me esperaría con la cuchara de madera para darme con ella en la cabeza, pero como se volvió tan habitual, acabó esperando con el jabón en mano y eso me cabreaba mucho más aún.

“Pasaron los meses para que fueran años, Clara dejó de lado al arrogante de Rodrigo y os puedo asegurar que eso me abrió muchas puertas, porque yo estaba allí para apoyarla, me hacía el hombre, cuando puedo asegurar que al estar a su lado me temblaban las piernas y el corazón me latía, que parecía que iba a salirme del pecho. Hasta que un día me atreví y os puedo asegurar que pasaron meses, incluso años, pero al final lo hice.

“Era una noche en la cual nos quedamos Clara y yo solos, el señor Vidal ya presentaba los primeros rasgos de vejez en su cuerpo y salía antes, así que lo hicimos de gusto. Nos quedamos solos, en una penumbra repleta de tic tac, donde se puede decir que camuflaba el latir de mi corazón, estaba muy nervioso y no sabía si seguir o salir corriendo, pero ya que estaba me arriesgaría. Los dos nos quedamos mudos, ella, porque siempre me había visto como un niño al que cuidar y yo porque la veía como una obra de arte a la que no gozaba tocar por si se rompía. Pero, os puedo asegurar que, aunque me temblaran hasta las pestañas di el primer paso hasta tropezar y caer delante de sus pies. Ella me cogió con delicadeza, como cuando cogía un pañuelo de seda. Me levanté con todos los restos de grasa y polvo que cogía el taller, que os puedo asegurar, no era poco, pero ella me lo quitó con un trapo que llevaba en el bolsillo del delantal. Me quitó casi toda la grasa de la cara hasta que me dieron el primer beso, ahora han pasado cincuenta, casi sesenta años y aún sigo con Clara Vidal ¿Qué te parece chico?

Lo cierto es que el final nos lo esperábamos todos, aunque también tengo que decir que era emotivo de veras, el ver el resplandor que tenía el padre de Pedro en los ojos al contar la historia.

-Ahora, hoy en día quiero decir, no se oyen historias de esta magnitud, todos jugáis con los móviles y respetáis mediante e-mails, pero os cuento esa historia para que veáis que hay historias que no solo se hacen famosas por las películas, si no que son verdaderas, y que podrían volver, como el pasodoble o el tango.

-Papá no le pidas peras al olmo. Estás anticuado, no hay más.

-Anticuado o no, soy persona igual que tú, porque tú, aunque lo quieras negar también te emocionaste la primera vez que te vio Jonás ¿no te lo ha contado Armando?- negué con la cabeza, porque en cierto modo yo pensaba que estaba en grupos de alcohólicos anónimos o cosas de estas, cuando en realidad estaba cuidando de su hermano discapacitado, en cierto modo sí que tenía sentimientos.- Pues mira todo empezó…

-Espera papá a que comamos ¿no ves que Armando tiene hambre? Y si no la tiene, yo la tengo por él.

-Perdón por mis modales, es que no estoy muy acostumbrado a que sean tan callados.

-No, tan callados no, lo que pasa es que no le has dejado hablar.

La madre, Clara que es como se llamaba nos trajo una cacerola de barro donde contenía unas sopas mallorquinas muy difícil de olvidar, puesto que estaban para chuparse hasta los dedos de los pies, por lo que luego me enteré, receta familiar. Comimos, para no engañarnos, bastante callados, porque entre que, las sopas estaban buenísimas y que ya se dijo todo antes de comer, pues lo cierto es que estábamos repostando para la siguiente historia del padre de Pedro. Antes de que termináramos, el padre de Pedro ya me estaba mirando en plan “no te escapes que aún no he terminado contigo”, me sonreía, de lejos me sentía como un objeto, pero me daba cuenta que era con uno de los pocos con los que podría hablar de ese tema, bueno de cualquier tema.

Al acabar el postre, Jonás se puso al lado de su padre y él empezó a contar su historia:

-La primera vez, después de muchos años, que se vieron tanto Jonás como Pedro, fue un momento, por no romper tanto sentimentalismo, conmovedor. Pedro, como siempre ha huido de ser tan humano como los demás, dice que mientras esta en el cuarto de baño tiene que tirar los sentimientos por el retrete, sé que aún lo hace, así que no intentes negarlo. Y Jonás por otra parte, parece mentira que aún no comprenda que su hermano, siempre ha estado buscando excusas para no verlo, pero el destino, cambio el rumbo, al que tú te referías antes Armando.

“Todo fue una mañana en la que llamé a Pedro, le comuniqué que estaba ya muy viejo y que, en cierto modo, me queda poco tiempo para disfrutar de buena compañía, necesito a alguien con quien hablar, a quien contar mis historias y sobre todo, a alguien que quiera escucharlas. Bueno paréntesis fuera. La historia fue la siguiente:

“Llamé a Pedro porque me sentía mal, pero claro él como es tan terco, pues no se atrevía a venir, porque tenía miedo a enfrentarse con lo que se podría encontrar al venir a casa, un hermano rencoroso, una madre que no le hablara o Dios sabe qué, pero el caso es que se presentó al poco tiempo de hablar contigo. Eso ayudó bastante a nuestra familia. Y lo último que necesito ahora son sobresaltos, morros y malas caras, simplemente quiero que se lleven bien.

“En parte le mentí, porque como puedes ver, estoy hecho un chaval- tosió varias veces, la última incluso pude ver que dejó sangre en la comisura de la boca- bueno, vale un chaval con un catarro fuerte. Pero lo que vine diciendo, Pedro vino aquí a casa y el primero que abrió la puerta fue Jonás. Te puedo asegurar que el tiempo, por un momento, el aleteo de un colibrí, se paró dejando caer esa máscara que los hizo separar durante tantos años. Desde ese día mi Pedro nos ayuda en todo lo que puede y no lo hace de mala gana ¿a que no Pedro?

-Sois mis padres, por muy pesados que seáis, sois mis padres os tengo que acompañar, ayudar o lo que sea.

-¿Ves? Este es mi chico.

Jonás aplaudió mientras reía al compás de la alegría que envolvía el momento. Y con esto yo creo que ya he contado el panorama que tiene Pedro en sus “grupos” de ayuda.

martes, 19 de agosto de 2008

Conóceme XXII

L

a primera cita que tuvo Andrés fue rara, por no decir desastrosa, menos mal que la chica tenía paciencia, porque si no. Entendedme, que Andrés nos tenía a nosotros, sus amigos, cuando digo amigos, me refiero también a Aladriel, que resultó que siempre se presenta en plan para ahuyentar, aunque en el fondo, cuando la conoces, es una poetisa con mucho sentimiento y rabia, por la indiferencia que hay contra la homosexualidad, vamos en otras palabras que se llevaba muy bien con Pedro. Nosotros dábamos consejos, pero el que se jugaba el tipo era Andrés, sin duda.

Todo esto empezó, al poco de presentarnos a Aladriel, la llamo así porque no quiso desvelar su nombre hasta un poco más tarde. Cuando Calimero se presentó en el punto y aparte con una noticia, que fue la siguiente.

-Chicos, he conocido a una chica-dijo con un brillo en los ojos que nunca lo había visto.

-No lo hagas- le dijo Charlie-el último que la miró con malas intenciones, lo despidieron de inmediato.

-Ya, lo sé, pero ha sido Teo quien ha propuesto la cita.

-¿Qué?

-Pues lo que oyes, que ha sido el padre quien ha propuesto la cita.

-No, eso no ¿Cómo llamas al padre?

-Teo de Teodoro, el me dijo que le llamará así ¿Qué puedo hacer? ¿Dónde la llevo? ¿Qué me pongo? Chicos, creo que estoy sufriendo un pánico escénico más rápido de lo que pensaba.

-No pases pena- dijo Alfonso mientras se frotaba las manos- yo te ayudaré, si algún otro quiere ayudarme que levante la mano- pero claro, todo eso era una pregunta retórica que ninguno íbamos a levantar-. Pues bien, empecemos a dar clases de modales- Alfonso hizo un gesto a uno de los camareros para que viniera a la mesa, una vez allí Alfonso se acercó a la oreja para susurrarle algo-. Bueno chicos, ahora veréis lo que es ser un caballero con una dama. Yo que sé… por ejemplo Ricardo, tú harás de mujer, si, serás nuestro maniquí de pruebas. No le pegues ni nada de eso.

-¿Para qué has llamado al camarero?

-Ya lo veréis. Ahora lo que importa es hacer un poco de teatro. Imaginaos que Andrés está, no sé ¿el cine va bien?

-Si- contestó él asustado, os lo puedo asegurar.

-Vale, vamos a hacernos una pequeña idea ¿qué iríais a ver? Las posibilidades son, Pulp Fiction, Los puentes de Madison, o incluso me podría atrever a decir Mujercitas.

-Está súper claro, iría a ver Pulp Fiction para iniciarla en el buen cine.

-No chaval, tendrías que haber elegido lo que a ella le gustase, la primera cita siempre es la primera cita, es donde se llevan la primera impresión. Como veo que esto va a ser más largo de lo que pensaba, creo que lo tendremos que hacerlo por fascículos. Ahora empecemos a usar el maniquí. Ricardo tú eres la chica ¿de acuerdo? Ahora sal del bar, Andrés estate atento por lo que pueda pasar, porque saldréis los dos como pareja.

Los dos asintieron y al llegar al umbral Andrés cogió la puerta y salió primero. Alfonso excitado, por no decir echando humo, se estaba dando manotazos en la frente y rechinaba con sus propios dientes en un estado de consternación bastante desagradable por así decirlo. Andrés por otra parte entró tranquilo y sin pausa.

-¿Para cuándo es la cita?

-Dentro de dos días.

-De acuerdo ¿Qué ropa llevarás?

-La que llevo siempre, es una simple cita.

-¿Cómo puedes decir eso? Sobre todo tú que llevas veintiséis años sin salir con nadie. Mañana vamos a comprar algo adecuado. Y lo de la cita, te pondremos un pinganillo en la oreja.

-Vale, si lo llego a saber no os digo nada. Ahora tengo a Alfonso excitado por ayudarme y a Aladriel por otra parte dándome consejos por si llego a ir a la cama con ella. Vaya par.

Llegó el día de la cita, los cinco lo seguimos, incluso Alfonso estuvo a punto de ir a la cita por él, pero al final se quedó porque lo convencimos para que se quedara dando instrucciones desde la sombra.

En primer lugar fueron al trabajo para saludar al padre, que por lo que más tarde me enteré le dio un extra a Andrés para esa cita. Se ve que estaba desesperado por encontrar un pretendiente que valiera la pena. Después de salir del trabajo, se marcharon directos a un restaurante donde Alfonso era cliente habitual, un sitio de tapas donde te tratan muy bien, no sé si se llamaba Lizarran o algo así, no me acuerdo, ella entró primero en el restaurante, como bien le había dicho Alfonso. El caso es que estuvieron hablando, y la conversación era animada porque no hacían más que reír, las cosas salían bien al fin.

Sinceramente salió tan bien, que era hasta aburrido estar siguiéndolos, pero claro Alfonso tenía que estar toda la primera cita. Nuestro niño se había hecho un hombre, ya tenía una cita.

Después de la cena, se marcharon dando una vuelta por el paseo del borne y allí empezó a ir todo mal, porque se encontraron con Aladriel y esta empezó a sacar sobre la mesa sus cartas de cazador en plan:

-Andrés, chico si no espabilas vendrá alguien y se la llevará- Nuria se sonrojó, pero la cosa no terminó allí-, es más, me atrevería a decirte que si no le haces nada esta noche, se lo haré yo por ti.

Empezó a tartamudear y a sudar como un cerdo, lo vimos de lejos y tuve que ir yo, a quitar de escena a Aladriel.

-Venga vámonos ¿no ves que aquí sobramos?

-Sobraras tú, porque le acabo de proponer a Andrés un trío.

Después de todo esto decidimos no seguirle más, porque vimos que no le estábamos haciendo más mal que bien.

Al día siguiente nos llamó a todos y cada uno de nosotros que estaba saliendo con Nuria y que ella nos quería conocer. Que por muy desastrosos que fuéramos, éramos sus amigos y lo tenía que comprender.

sábado, 16 de agosto de 2008

Conóceme XXI

A

ladriel no era más que una sombra en la sospecha, no llegamos a saber muy bien quien era porque Andrés la estaba escondiendo con mucho recelo. Sabíamos que tenía dieciocho años porque vimos, sin querer, el móvil de Andrés que ponía que a principios de Mayo, día siete para ser exactos, cumpliría dieciocho años. Le intentamos sonsacar quien era, pero siempre contestaba lo mismo “una amiga” y acto seguido se cerraba en banda.

Nosotros sin ánimo de ofender le seguíamos muchas de las veces, todo esto para ver con quien quedaba, no es que no nos fiemos de él, pero la curiosidad hace jugar unos papeles más raros. Pero muchas de estas veces acababan en el portal de su casa y las pocas veces restantes hacía algo especial, por llamarlo de alguna manera, ayudaba a un conocido de sus padres, simplemente a darle de comer a los peces de una tienda de animales. Pero todo esto estalló, cuando de pronto un día, hartos de seguirle y de que no dijera nada, le dijimos.

-Andrés preséntanos a esa tal Aladriel por favor- ya incluso la desesperación nos hizo ser educados- prometemos que no nos reiremos de ella- y esto último iba seguido de un codazo a Pedro y a Charlie por si un caso.

-¿De veras la queréis conocer? Guau, chicos eso me halaga.

-Que si pesado, la queremos conocer- decíamos al unísono.

-Pues ahora viene, es que he quedado con ella para tomar algo.

Todos, sin dejar de lado la curiosidad estuvimos mirando fijamente la puerta de el punto y aparte, pero nada. Esperamos unos diez minutos, y cuando a la mayoría nos empezaron a salir síntomas de tortícolis, apareció una chica que quitaba el aliento de guapa que era, pero había algo que no cuadraba.

A ver, que lo tenía todo. Que para mí todo, es lo siguiente, dos pechos abundantes, iba vestida con una minifalda que parecía un cinturón ancho en vez de una falda y llevaba dos piercings en la cara, eso sí, estratégicamente colocados, uno en la nariz y otro en la parte de debajo de del labio inferior. Pero tenía algo raro, me sonaba y no sabía de qué, la tenía vista de antes, seguro. Entonces vi que saludaba a Ricardo y mientras me estaba mirando y riendo, todo al mismo tiempo, hasta que soltó una sonrisa, un tanto sarcástica y me dijo.

-Buenas Armando ¿no te acuerdas de mí?- os juro que no lo he pasado tan mal en mi vida. Yo, Armando olvidándome de una chica como esa, imposible ¿Qué digo imposible? Inadmisible.

Lo cierto es que lo tenía en la punta de la lengua, pero no me salía. Tuve que esperar hasta que oí el nombre de Héctor, para saber que era Estela. Y justo detrás de ella apareció otra chica, más bien tirando a marimacho, se acercó a la mesa y le plantó un beso con lengua a Estela que nos dejó a todos boquiabiertos.

-Buenas chicos, soy Aladriel, encantada de conoceros.- Claro nosotros también, porque no veas que presentación.

Tuvimos que esperar varios minutos para poder hacernos a la idea. Aladriel, o así es como dijo que se llamaba, era una chica con un cuerpo de chico. Bajita y con gran espalda, en la cual tenía dos símbolos femeninos enganchados. Fumaba una marca de tabaco que no había visto en la vida y parecía que era una chica de la cual creía en todo menos en los hombres. Ahora entiendo porque Andrés se llevaba tan bien con ella y porque no tartamudeaba al estar con ella.

-Bueno ¿Quién es el primero en lanzarse en la piscina? Ya sabéis, preguntarme por mi sexualidad, mis gustos por las mujeres, etc.

-Yo… bueno yo… vamos que no me esperaba esto, estoy sufriendo una erección de ideas que me rondan ahora mismo.- Dijo Pedro.

-Yo no tengo nada que preguntar, amor libre para todos- dijo Ricardo.

-Yo, bueno, creo que no soy el más idóneo para esto pero, lo diré con todo el respeto ¿Quién hace el papel de hombre?- solté un poco por vergüenza.

-Nuestro Wisper- dijeron las dos a la vez, y luego se miraron y se rieron, todo esto sincronizado, claro está.

-¿Wisper? ¿Eso qué coño es?- seguí.

-Pues mira, eso para empezar, no es un coño, si no un pollón de goma que nos une a las dos mientras hacemos el amor…

-Pero… ¿lo de los orgasmos?

-Hombre, un macho curioso, los orgasmos son lo más bello, solo hay una cosa que puede complacer a otra, y solo es cuando son del mismo sexo, nadie conoce un órgano mejor que el que lo tiene. Para que me entendáis, una mujer se lo come de puta madre a otra, porque sabe lo que le excitaría y los hombres…

-Por allí ya no paso, es un tema que me crea respeto… además, mi culo es solo salida de emergencia- dijo Pedro.

La conferencia se alargó hasta que cerraron el punto y no nos dio tiempo a preguntar muchas más cosas sobre la relación que tenía con Andrés, pero una cosa sí que es cierta, Andrés no mentía al decirnos que era una “amiga”, porque a él le sobraba algo como para tener algo con Aladriel. Creo que por aquí, este tema está zanjado, tendríamos que hablar sobre la primera cita de Andrés con una chica.

jueves, 14 de agosto de 2008

Conóceme XX

P

asaron muchas cosas como para que Andrés saliera del cascaron, una de ellas fue que al no tener más remedio que salir con los amigos, tenía que enfrentarse a lo que viene siendo la sociedad. Saliera por donde saliera, siempre encontraba chicas que le hacían tartamudear, pero no obstante eso que encima tenía que saludar, porque era tímido, pero nunca intentó dar la impresión de ser antipático. La otra era que como respetaba a su madre, encajonaba a las demás en el mismo saco, cosa que también se agradece, pero que tampoco hacía falta. Estas dos situaciones formaron al Andrés que ahora, después de veintiséis años, empezaba a salir, con todo lujo de detalles, os explicaré su salida al mundo social donde se encontraba y se encontraría en un futuro.

Este personaje es tan complicado que quiero que lo conozcáis por partes, creo que la primera parte tendría que ser como consiguió su primer trabajo. Y esto fue lo que pasó.

Al cabo de unos dos meses, en Abril, más o menos Charlie le propuso de trabajar en un cibercafé de un conocido suyo, Andrés no tuvo narices a decir que no. Además allí podría jugar, sin que le cortaran el vicio, jugar por internet todas las horas que quisiera.

La entrevista fue muy buena y corta a la vez. Según desde el punto de vista desde donde se mire.

-Buenas soy Teodoro Cifuentes y regento el cibercafé, al que quieres entrar- a simple vista era normal-. Tu primo me ha dicho que estas buscando trabajo.

-A ver, técnicamente, buscando trabajo no es que esté buscando, pero necesito algo para distraerme de el ambiente que me rodea- entonces se giró para Charlie, y le hizo un gesto comprensivo, Charlie lo entendió-, y me gustaría pues formar parte en una empresa que ahora está en auge.

-Hombre gracias por tus palabras, lo cierto es que ahora estamos yendo bastante bien, gracias a los emigrantes, inmigrantes y sobre todo niños que quieren jugar en la red pero que en sus casas no tienen…

-Un momento ¿juegos de red? Quiero decir ¿Qué juego tenéis instalado para jugar en red?

-Hombre el juego estrella es el World of Warcraft, yo mismo tengo un mago nivel 70 que se llama Theodore.

-Yo te conozco, soy Cerbero.

-No jodas, el otro día en la mazmorra ayudaste bastante porque no hay nadie que defienda igual.

Charlie ya se veía venir esta situación así que los dejó solos para poder hablar largo y tendido sobre el tema, luego ya tendrían tiempo de hablar de los honorarios y otras cosas de esas, ahora el juego antes que nada.

Salieron al cabo de unas tres horas más o menos.

-Y no te preocupes por los pesados de turno por eso está mi hija Nuria, es esa que está delante de la pantalla de ordenador. Chateando supongo, como hace siempre, en fin es un encanto. Ahora verás. Nuria, ven un momentito, por favor.

Nuria, se acercó, muy a su pesar, porque se ve que estaba ligando o algo así, supongo, eso nunca lo sabré. Pero entendedme el criticar es mi fuerte.

-Este chico de aquí es Andrés, tu nuevo compañero de trabajo- Andrés se quedó helado, esa tal Nuria era, y sería más adelante como la chica más guapa que había visto en su vida. Se quedó de piedra.- Andrés por favor di algo.

-Si… seré tu com… compañero. Me en… encanta la… la vi… vida

-Papá cada vez son más enclenques, pero este es un enclenque, que aparte es mono.

-Gra… grac… gracias. No sa… sabría como agr… agradecerte el… el cumpl… cumplido.

-Es la verdad, he hecho bien, dejando a ese tal Jimmy84 que me estaba entrando.

Teodoro hizo un gesto, como para que Andrés lo siguiera.

-Chico ¿Qué te pasa?

-Miedo a las mujeres, bueno miedo no, es que me imponen, el simple hecho de verlas, me hace tartamudear, pero puedo con el trabajo.

-No pases pena, a Nuria le gustas, a mí me gustas. Simplemente te aconsejo una cosa “donde tengas la olla no metas la polla”. Entiéndeme que es mi hija. Y no quiero acabar mal con nadie.

Andrés empezó así a trabajar dentro de una cúpula de familiaridad, y comprensión por parte de Teodoro. Y picardía por parte de Nuria. Charlie ayudó bastante en que saliera del cascarón, pero lo que no sabía es que ya estaba saliendo. Esta es una de las partes dentro de la metamorfosis que sufrió Andrés, dentro de la que iré contando con más detenimiento y con muchos más detalles.

La siguiente parte supongo que tendría que quitarle el velo a Aladriel, porque también trae tela. Digamos que es una Hitler sin bigote, y con más huevos.

Por el momento lo dejaremos así, luego ya os explicaré.