martes, 2 de febrero de 2010

Capitulo 0.0


Fumo, no tengo nada mejor que hacer, pasa el tiempo y por mucho que lo intente, no logra ir más rápido, apoyo mis cansados huesos encima de mi pierna izquierda, estirando la derecha. El humo va escalando por el abismo que es mi rostro, dejando ver la silueta de mi cara, el relieve de mí mascara y borrar, en cierta manera, el terror de mi pasado. Aunque intente disimular, aunque me convenza de que no es verdad, lo piso, lo siento, lo huelo, me envuelve, es un mundo gris en el que no para de llover, en el que todo pesa incluso el estar triste. Por mucho que queramos todo pasa, pero más lentamente, deteniéndonos en pequeños círculos viciosos, los que aquí hacemos llamarlos jueces.

Estos magistrados, que se alimentan de los miedos de las almas en pena que se encuentran en esta ciudad, no dicen nada, si no que directamente actúan, te marcan y te condenan a vivir por tus faltas, tus defensas, tus delitos, tus amargos, tus “no me quiero acordar”. Somos una jaula que no deja escapar ni el humo de este cigarro que ya se agota, convirtiéndonos en gris ceniza dentro de un cenicero negro, con malas acciones. Todos los días llueve, siempre está presente y por mucho que quieras negarlo siempre te atrapa, haciendo sentirte mal. Desprovisto de defensas suplicas un perdón que nunca conseguirás, aunque por mucho que des vueltas, siempre llegarás al lugar de partida de donde saliste.

Ahora estoy esperando a una mujer que fue condenada a vender su cuerpo hasta, que este, se le desvaneciera, dejando un alma marchita en su lugar. Todo el mundo la llama Peggy porque su cara recuerda a la de una cerda, como la que hace el papel, pero aunque esta mujer muerda sus lágrimas de angustia, disfrazándolas de satisfacción, cuando se lave, irá desapareciendo en el olvido.

Nos mienten diciéndonos que somos irreemplazables, pero os puedo asegurar que todo tiene que ver con algo por lo que hemos fracasado en el pasado. Yo por ejemplo fui el primer ejemplar, como nos tratan en llegar a la ciudad, fui el primer espécimen en recorrer estos adoquines, hoy gastados, aunque me ría, lo cierto es que siento nostalgia, fui el pionero de una moda que preferiría que no hubiera sido así, mientras pienso me quemo los dedos, pero no me doy cuenta y tiro el cigarrillo y me doy la vuelta para ver si escucho gritos fingidos, o un atisbo de vida, dentro de la habitación donde se encuentra Peggy, que, por lo que le suelen tardar los clientes, me extraña que siga adentro dando guerra, me acerco a la puerta mugrienta donde se supone están jugando a la guerra contra un colchón ya gastado y oigo cortos, pero sugerentes gemidos, eso me demuestra que sigue haciendo su trabajo y yo, por no interrumpir prefiero encenderme otro Vice, aunque me fije en lo que me queda en la cajetilla son menos de lo que me creía , busco con la mirada alguna máquina donde poder sacar el próximo sin fijarme en que ese gusto afrutado, del cual te atrapa fumar otra y otra calada, que te crea incluso erecciones.

Esta ciudad es especial porque cada distrito que es donde, en realidad se demuestra lo organizada que es, nos preparan siete tipos de tabaco. Están los Vice, que se suelen fumar en el distrito de Luxuria, con un gusto a vainilla que embelesa cualquier sentido, sintiéndote mejor contigo mismo, más fuerte y con muchas menos ganas de fornicar o paliar con el sexo contrario. Están también los Jackpot, que con un sabor metálico te hacen aborrecer las ganas de jugar, estos normalmente se consumen en Avaritia. Están los Red que se toman en Wrath más que nada porque tranquilizan a quien se los toma. Están los Beddy’s que se suelen tomar en Prigritia que sirven para despertar un poco a los adormilados. Están los Myself que se suelen gastar en grandes masas en Superbia que sirven para fijarte en las desgracias de los demás. Luego hay dos que jamás he oído que nadie los tomara, aunque seguro que hay algún demente que lo hace que son: Hate, que se suelen encontrar en el distrito de Invidia y por último los delicious que se ven bastante en los escaparates de Gula.

Esta capital aunque no haya pronunciado su nombre me viene a la cabeza como mi mote. Desde pequeño todos me llamaron por mi tara Porcelain, por ellos nos despojan de nuestros rostros, nuestro lado más humano, por la porcelana que vanagloria nuestros males y pone a cubierto nuestras inocencias ya partidas desde hace mucho, ahora marchitas como la naturaleza que nos envuelve en esta mi ciudad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

quise dejar un comentario en bohemia,no pude,hermoso trabajo
amigo, en las distancias
lidia-la escriba

ana dijo...

Las manos son apéndices inútiles, por eso la gente fuma.

Lady95 dijo...

Los dedos seguro que te fluyen solos al escribir, se nota! Muy bonito.