miércoles, 16 de julio de 2008

Conóceme II

B

ueno, lo dicho, supongo que os tendré que explicar desde un principio, toda nuestra historia. Pues bien, mira tú por dónde. A ver empezaré por el por el principio más lejano a la actualidad, para que sirva de referente, y así os hagáis una idea de nuestra evolución, o decadencia, nunca sabremos el qué de la cuestión en sí, pero que se nos acentúa, repito se acentúa bastante, por si alguno se ha perdido antes, somos seis. Un tímido llamado Calimero (para los amigos y Andrés Andrea Martín como pone el DNI). Un hombre o ser, como lo queráis llamar conocido por Charlie, que es el extrovertido. Por otra parte está Pedro Pedregosa Soto que es el hombre más vasto y machista que yo conozca, también conocido por triángulo. Luego está Ricardo León Ruiz que es, como diría Pedro, el chico que vive más en rosa de todo el grupo, es un truhán, pero no del lado de la acera que toca, aunque lo tiene en secreto, todos lo sabemos y muchos lo aceptamos, todos menos triángulo, que no entra en su plato del día. En quinto lugar está Alfonso Colom Rovira, que es el pintor, escritor, librero, y otras muchas cosas, entre ellas el sensible, el hipocondríaco, el víctima, el que más de una vez nos ha salvado el culo a más de uno, yo inclusive. Y por último yo, que soy Armando Bronca Segura, si mi nombre parece de chiste, pero es que mis padres se querían y para acabar la gracia me pusieron el nombre de Armando por mi abuelo, creo.

Y como buen principio os contaré como nos conocimos todos, que no fue en el colegio, que fue en el parque del barrio. Que no fue haciendo castillo, fue por salvar a Ricardo, porque le estaban meando encima. Pero bueno esto os lo iré explicando poco a poco y con todo lujo de detalles.

Empecemos pues.

Fue una tarde de verano, que estaba, por el momento solo, pero todo el momento estaba observando a mí alrededor. Antes es cierto, que solo miraba por miedo a meter la pata, es que siempre he tenido la fama de reírme de los de los demás y ser a su vez un poquito escandaloso. Pero es que mientras inspeccionaba la zona, pude observar que había un chico que era atacado por dos chicos más y a la vez le estaban meándole y gritando “marica, mira que jugar con barbies, en vez de jugar con los gijoe (muñecos de acción de la época) ¿no te da vergüenza?”. La primera reacción que tuve fue “coño le tendría que ayudar”, pero como eran uno o dos años mayores, dije “que lo ayude su madre”. Entonces apareció en escena Charlie, que no hizo nada más que acto de presencia, y no hizo falta nada más, porque acto seguido se fueron corriendo con el rabo entre las piernas, literalmente hablando.

Yo en su defecto estaba todavía mirando la escena, y podía ver como se le acercaba otro niño a las faldas del “Rey”, luego me enteré que era su primo, y luego se dio a conocer como Calimero, Andrés para los demás. Después de la llegada del primo, empezaron a llegar hinchas, con la típica frase “eres muy valiente, eres mi héroe, etc., etc.”Entre ellos había caras que luego me sonarían pero, que hasta el momento eran extrañas para mí, pero que en un futuro, llegarían a ser los padrinos de mis hijos e hijas, luego entenderéis esto último. Entre ellos estaban Ricardo, que a su vez había sido el salvado, aparecía por primera vez Alfonso, llorando por la alegría, y yo que aunque reacio a acercarme, al final me acerqué, para enterarme de la movida, aunque la hubiera visto toda desde el principio, También se podía apreciar la cándida alma de la prima de Ricardo, Eva León, conocida por donde fuera, por todos los chicos de la zona, y alrededores. Pedro no apareció hasta más tarde.

Creo que así fue como empezó, pero muchos os preguntaréis “aquí falta gente”, pues sí. Pero fue mucho más chocante, porque, después acompañamos a Ricardo todos a su casa, por si volvíamos a encontrarnos con los que le estaban meando en el parque y lo único que encontramos, fueron los harapos de un chico, al cual le habían metido una paliza, ese chico era Pedro. Le habían pegado por no acatar las órdenes de rociarlo bien rociado al nenaza del barrio. Luego con el tiempo nos enteramos que jugaba mucho a beso atrevimiento y verdad, pero siempre perdía. Charlie lo levantó, nos presentó al resto del grupo y así empezó el camino hacia un futuro mejor, apoyándonos unos a otros, sin más.

Tuvo que pasar una semana para que Charlie, uno por uno nos viniera a buscar, cosa que no entendía, pero prefería estar en la calle, antes que con mi abuela y sus hilos y agujas. Bajé para reunirme con Calimero, Charlie, Ricardo y por último Pedro, que todavía tenía el ojo morado por la paliza. Aún teníamos que ir a buscar a Alfonso, que era el que vivía un poquillo mas apartado de los demás, pero aún así dio gusto verlo, recién levantado de la siesta que solía hacer en la terracita del estudio.

Creo que de ese primer dialogo me acuerdo perfectamente aún. Y lo haré constar a posteriori.

-¿Dónde os apetece ir a tomar algo?- preguntó Charlie para romper un poco el hielo, al asunto.

-Hombre, podemos ir a ver a Eva- sugirió Pedro, que en ese momento, era el amor platónico de todo chico del barrio.- Va que me han dicho que hoy no lleva bragas y se le puede ver toda la raja- Si, es por si no hubierais notado ya el brote de brusco y vasto Pedro.

-Perdona que te interrumpa, pero es que aquí hay un familiar de Eva, y tenemos que hablar con más respeto. Díselo Ricardo.

-Es… Bueno prima… lejana, tampoco me toca mucho en la rama familiar de los León. No te negaré que alguna vez le he visto la raja, pero también tengo que decir que, no es por dar la contraria, pero nunca lleva bragas, es una enfermedad que tiene.- Esas fueron las primeras palabras que oí de los labios de Ricardo León.- Le cuenta a su madre, que se le escuece mucho y por eso que no puede llevar bragas, pero siempre lleva faldas.

Todos a nuestra vez reímos, porque todos, alguna vez habíamos escuchado historias de Eva la del quiosco. La reacción en el grupo fue, de en primer lugar memorizar la escena de verle el conejito a Eva, y la segunda parte es que al llegar a casa ducharnos, para más tarde manchar las mamparas, todos, menos el inocente de Ricardo, que aún a sus 26 años, piensa que su prima tiene la manía del escozor de coño, hablando mal.

-Bueno una propuesta para otro día- respondió Charlie.- Ahora en serio donde podemos ir que no esté lejos y podamos tomar algo fresco, un helado, un granizado, etc., vosotros elegís.

-Po…pode…podemos…ir al…Calatayud, la…heladería que está al lado de casa de la tía ¿no?- Este no creo que haga falta decir quién era, puesto que ya se entiende, Calimero.

-Pues la verdad, no había caído y eso está muy pero que muy cerca de aquí, por lo menos a dos o tres manzanas de aquí.

-Yo iría encantado pero, es que el helado, me irrita la garganta y me quedo afónico. Y ya no digo nada del granizado que me crea migraña, pero de todas maneras, os acompañaré, porque paso de estar todo el día creando, que tengo las manos como si hubiera llevado a cuestas a un elefante.- Este último era Alfonso que era el más mayor del grupo, pero también era un hipocondriaco de mucho cuidado.

-Pues yo, como no quiero llegar a casa de mi abuela, hasta tarde, me es igual ver las bragas de tu santa prima- dije señalando a Ricardo- o ir a tomarme un helado, además si os soy sincero creo que no me iría del todo mal tener unos conocidos de mi edad para pasar las vacaciones con ellos, aunque seáis raros, creo que podemos hacer algo. –Y creo que después de dieciséis años, aún no me he equivocado.

Fue una tarde amena. Una tarde que dio pie a una noche, que a su vez se nos hizo de madrugada. Cada uno tenía algo que callar, que esconder; cada uno tenía algo, pero con el tiempo, se acabaría sabiendo. Y justo a los dieciséis años después. Empezamos esta especie de juego, de cambio. Y ya va siendo hora que cambiemos lo que hemos venido siendo hasta ahora, y corregir nuestros fallos, entre otros, el de coger el toro por los cuernos, darle con la cabeza entre ceja y ceja, para que así espabile, y se marche con lágrimas en los ojos, él, no nosotros.

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