lunes, 6 de abril de 2009

Blancura


Estoy aqui, esperando ver algun que otro color, aparte del blanco invernal, un resquicio de vida, aparte del azul marino de mi chaqueta polar, tan solo alguna linea en el horizonte que demuestre que hay una meta. En mi horizonte solo se encuntran dos lineas horizontales. Una blanca perla, que reluce con el brillo del vago sol que me pega en la cara y otra es el azul de cielo que, aunque lejano, parece que si alzo los brazos, pudiera coger esas nubes blancas. Pero si me paro a pensar me doy cuenta de que estoy solo en un infierno de un color palido. La nieve empieza a penetrarse entre los pequeños resquicios de mis botas, envejecidas por el tiempo, quebradas por encontrar una salida, que aún no existe. Mis manos empiezan a agarrotarse, como pequeñas garras de una gárgola, expectante, observando un paisaje desolador. Mi rostro ha empezado a coger el color de la propia nieve, un color grisaceo que advierte que me estoy muriendo, poquito a poco.
Intento divisar algo, pero lo único que alcanzo ver son más rocas congeladas por el tiempo que hace, la tormenta ha empezado hace un cuarto de hora aproximadamente, no lo sé exactamente porque no tengo valor de mirar el reloj, por miedo de que entre mucho más frio en mi cuerpo al apartar un poco de tela de mi equipo para mirar la hora. Supongo que el tiempo se habrá congelado, como el resto del paisaje que me rodea.
Me paro a pensar y lo único de lo cual me acuerdo, ironía supongo, es con lo bien que me lo pasaba con esa nieve, que ahora me arrastra hacia un abismo, sin retorno. Sigo en pie, aunque me empiecen a fallar las piernas, encamino mis pasos hacia la salvación, hacia una salida, pero tan solo alcanzo ver, a lo lejos una silueta con capucha "que suerte la suya" pienso, pero despues me fijo mejor y descubro que lleva algo con ella que le ayuda a apoyarse, un palo quizás, pero no puede ser, ya que el palo crea resplandecientes destellos cegando a mis cansados ojos. Lleva una sotana de color negro y unas sandalias romanas, no permite verle el rostro, por la capucha, pero me estremece la sola idea de imaginarme que puede ser algo malo.
Acarreando mis gélidos huesos, hago un intento de chillar, pero me doy cuenta de que mis cuerdas vocales no tienen ni fuerza para hacer acto de presencia. Alzo los doloridos brazos, pero al darme cuenta de que no los puedo levantar más arriba, dejo de insistir, me quedo como si fuera un simple animal muerto, en un paisaje desolado, un final blanco para un hombre con un alma un tanto gris.
By Lan

2 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

uyyyyyyyyyyyy...qué terrible final!...sería más deseable un final más calentito, sitiene que llegar, que sea más cómodo, ejjeje


saludos!

estoy_viva dijo...

Menudo final tan tragico, que pena de persona sentirse asi tan mal, no solo por el frio exterior si no por como se siente por dentro.
Con cariño
Mari