martes, 15 de abril de 2008

Sombra del pasado capitulo 2º

2.

El recorrido fue largo aunque ameno, entre suspiros y otros ruidos a medio tono, nos empezamos a conocer.

Resulta que el famoso Armando Barajas, conocido en la comisaria como uno de los huesos de roer de todo el departamento, había formado parte de joven en una secta que adoraba a la mujer. Todo ese mundo lo dejó al enterarse su tío por aquel entonces alcaide de la prisión de Palma, y también con la ayuda de su padre el famoso comisario Barajas, del cual todavía se hablaba en la oficina.

La conversación fue agradable hasta que llegamos a la dirección que indicaba la tarjeta, entonces el señor Barajas dijo.

-Deme la llave Norte, abriré esta puerta y quien sabe igual encontramos algo, ¿no le interesa este cambio en su vida, o es que no ha traído la bolsa para vomitar dentro según lo que encontremos?

-No... Simplemente no estoy seguro de entrar, pero miedo no, piensa que estamos entrando en la intimidad de una persona.

-O de un cadáver-atajó Armando.

-O de un cadáver.

Antes de que me diera cuenta ya estaba dentro y no se oía nada dentro.

El piso era una planta baja, una especie de despacho, no tenía ninguna alfombra que pusiera bienvenido, ni nada por el estilo, solo un portero automático y una maceta con una planta mustia, que no logré identificar, estábamos en las cercanías de la calle de los Olmos, donde pasa mucha gente, un transcurrido es muy difícil que el asesino lograra transportar el cuerpo de aquí hacia allí donde se encontró en plena mañana.

-Norte tiene que ver esto, te llamará la atención, mucho.- Armando después de varios minutos en silencio, se interesó por mi asistencia en el apartamento, y no tuve más remedio que entrar.

Definitivamente era un pequeño despacho, con poca luz, de hecho la poca luz que entraba era de una pequeña ventana, y de una terracita que tenía, el resto de la habitación estaba a oscuras. Me acerqué hacia donde estaba Armando, al lado de un escritorio que parecía muy caro y grande.

-La sorpresa esta aquí- me dijo señalando el escritorio- acércate y lo verás mejor.

Me acerqué y lo único que me llamó la atención es que no había nada, luego le eché un vistazo más a fondo y encontré una nota que llevaba mi nombre.

-No se tu, pero yo no conozco a muchos Nortes por esta ciudad ¿y tú?

-No, la verdad es que no, pero bueno igual nos intenta decir algo, ¿lo has tocado o algo?- pregunté un tanto excitado es la palabra porque el corazón me latía con fuerza.

-No, quería que lo vieras primero, además el asesino, y es que es el que nos dejó estas migajas de pan supongo que nos dará una pista para llegar a él.

Estuve pensando en el tema, y me decidí a leer la nota en voz alta y decía:

-El camino de la vida muchas veces es tortuoso, aunque a veces singular, deja un rastro de ambición a su paso P.D: Si sigues buscando por la casa encontrarás el significado de SU ambición.

-O magnifico ahora quiere que busquemos por la casa, bueno mirando por el lado positivo, la casa es más bien un despacho, por tanto es rápido y sencillo.

El estudio era pequeño aunque era amplio y con dos habitaciones más el aseo; una de las dos habitaciones era la cocina, y fue el primer sitio donde empezamos a buscar, era un sitio lóbrego y siniestro, estaba toda oscura y aunque pequeña estaba totalmente amueblada, incluso tenía una conservadora grande y en los bajos había un pequeña pero clara mancha de sangre.

No tardamos mucho en abrir la conservadora para darnos cuenta de que dentro había varios cuerpos metidos allí dentro, como mínimo cuatro, amontonados y mutilados, Armando llamó enseguida en la central, y luego se giró hacia mí diciéndome:

-No se tu pero creo que eso es SU ambición- me dedico una sonrisa y prosiguió- no sé en qué empresa trabajaba, pero no me gustaría tener acciones si terminarán así todos sus clientes. Entiéndeme es cuestión de principios.

Llamamos en seguida al cuerpo de policía entero, dimos la dirección del estudio, y en menos de diez minutos ya estaba casi toda la comisaria estaba en la escena del crimen.

Mientras esperábamos Armando me estuvo hablando de lo que podría ser que presenciamos en aquella habitación. Tenía alguna teoría sobre un vecino vengador o alguna otra persona con la cual tener en cuenta otros negocios. Ya sea tráfico con órganos o el negocio de raptar a gente para pedir un rescate estando ya muerta.

-¿Armando, Norte, estáis aquí?- era la voz del comisario Gutiérrez.

Salí en su camino para que viera la escena del crimen, me acerqué a la entrada de la casa, y allí estaba, el comisario con pose como aquel que espera una explicación. Sin saber porqué, habíamos llegado a una escena del crimen antes que ningún otro policía, no teníamos según el comisario ninguna prueba que nos ayudará a encontrar donde vivía la víctima. Y él estaba enfrente mío esperando respuestas, entonces Armando salió de detrás de mí e interceptó la mirada de Gutiérrez.

-Comisario, me alegro de que viniera tan rápido, mire el hombre que está en la mesa de autopsias, era conocido mío, y hemos entrado porque hace unos cuantos meses me regaló una llave de su casa, o sea esta en la que estamos ahora.

-Muy bien entonces dime como se llama.

-Carl McCan, era americano y tenía una pequeña oficina donde guardaba todo tipo de basura ejecutiva.

Lo cierto es que era americano, y lo vimos mientras estábamos rebuscando entre sus papeles, porque el DNI ponía que era un nombre Ecuatoriano, lo que llegamos a concluir es que ciertamente era un extranjero que tuvo que mentir sobre su procedencia.

Mientras el jefe estaba mirando a ver si encontraba a Luis Luceras, el forense, y ese apareció por el umbral de la habitación donde estaba la nevera, donde se encontraron los cuerpos, y venía hacía nosotros con tez preocupada, y sin mucha información como había oído tantas veces, pero nunca visto.

-¿Qué es lo que sucede Luis?- preguntó el señor Gutiérrez.

-Pues que este hombre solo utilizaba órganos que ya no necesitaba la gente, vamos que jugaba a las cartas con ellos- dato que se me olvido comentar es que el forense era muy gracioso, a la vez que basto para estas cosas tan delicadas.

-Explíquese Sr. Luceras.

-Pues lo dicho que este hombre, no mató a nadie, porque los cuerpos ya estaban muertos. ¿Nunca han oído lo de matar muertos?

-Nunca-dijimos al unísono

-No me extraña me lo acabo de inventar.

A mí sin querer se me escapó una pequeña sonrisa, porque me hacía mucha gracia este personaje, particular e inteligente. Armando al contrario, ya estaba analizando la situación, lo noté enseguida, porque estaba callado, y sin decir media palabra.

1 comentario:

joana dijo...

Sólo puedo decir que este relato me ha enganchado de tal manera que me gustaria seguir leyéndolo,cosa imposible, puesto que por ahora todavia está sólo en tu mente.Ánimo Lan que estamos contigo.