martes, 2 de septiembre de 2008

Conóceme XXVIII

S

é, que a partir de ahora todo va cuesta abajo, mis amigos, siguen siendo ellos, pero tomando otros papeles, que nunca había pensado verlos, tengo que decir que en esta lista también estoy yo, que tampoco me libro. Pero como os comentaba antes, Ricardo tenía muchas cosas en el tintero. Salió del armario, sí, eso es, pero aún tenía una espinita que no estaba seguro de que salieran bien las cosas, ese asunto lleva a Pedro, el gran anti maricones de la ciudad. Ricardo sabía que le costaría comprenderlo, pero que al fin y al cabo era su amigo, o eso pensaba. La idea fue la siguiente: él me llamó y como quien no quiere la cosa me dijo que lo sacara a pasear y sin querer me lo llevaba al club donde Ricardo se exhibía, era una idea bastante buena, siempre y cuando tuviéramos donde dejar a Jonás. Las cosas salieron bien pues, Jonás se llevaba bien con Jaime y a Inés no le pareció mala la idea, algo descabellada tal vez, pero salió como queríamos que saliera. Lo difícil fue quizás llamar su atención, pero tenía solución.

-Pedro, mira tengo noticias de que abren un pub nuevo en la ciudad, donde está llenísimo de mujeres, guapas, extravagantes, seguro que allí encontramos a la mujer que te tenga que limpiar la casa.

-No, allí solo van mujeres para cazar famosos, además tengo que cuidar de Jonás.

-No me vengas con excusas, tu hermano se quedará una noche en mi casa con la compañía de mi mujer y mi hijo, no pases pena por eso, déjate llevar, solo eso, no te pido más por favor ¿es que no ves que me ha costado mucho que me dieran estas invitaciones?- en realidad me las regaló Héctor hacía tiempo, pero claro no quería ir solo, no fuera cosa que el desprecio que sienten las mujeres por mí, los maricas sintieran lo contrario, bueno bromas aparte-, vente va que ¿no ves que si hay famosos, también habrá famosas?

-Bueno eso es verdad, pero saldremos poco, porque al día siguiente tengo que trabajar.

-¿En domingo trabajas?

-Sí, a la secretaria, porque como su marido se va al campo de fútbol, yo aprovecho para meterle un par de goles a esa mujer ¿Qué te parece?

-Que no cambiarás nunca.

La cosa salió bien, en cuanto a engañarlo, pero de golpe me acordé que me comentaron que el letrero chillaba por todos lados por su aspecto “bar de ambiente”, tendría que taparle los ojos, decirle que era un sitio tan chic, que no podía entrar según quien o algo por el estilo, ya me inventaría algo.

Pasó la semana sin ningún contratiempo, más o menos, quitando los habituales, ya me entendéis coche estropeado, pagar la hipoteca, gastos del colegio, excursiones, rebajas, etc. Lo que se viene a llamar más comúnmente contratiempos de salario, pero dejando esto aparte, se acercaba el sábado y no tenía un anzuelo con el que enganchar la atención de Pedro, para que no se fijara en el cartel de la entrada. Entonces caí, claro ¿por qué no? Siempre le gustó a Pedro, si ella iba, él también, de cabeza, era Eva ¿por qué no se me ocurrió antes? Supongo que porque Ricardo le quitó un novio, bah, eso eran idioteces de la vida, cosas que la gente olvida sin más. Llamé al número que me dejó Alfonso en la famosa agenda, y allí la encontré rodeada de Eugustinas y Eucaliptus, lo cierto es que los nombres que a veces ponen los padres, es deshonesto para los hijos. Pero lo que llamaba la atención es que Eva estaba allí, así que la llamé. Después de unos cuatro tonos, me contestó una chica que debía estar resfriada o algo por el estilo porque no hacía más que toser.

-Buenas ¿estaría Eva?

-Sí, soy yo. Tú voz me suena pero no te coloco de donde me suena ¿tú ibas al cocotero?

-No, soy Armando, amigo de tu primo.

-Ah, ese maricón roba novios que tengo por primo, si ya ¿Qué le ha pasado?

-Nada, pero que me gustaría que vinieras a una fiesta donde el estará muy agradecido de que vinieras, hazme caso, habrá hombres, te lo prometo.

-¿Hombres guapos?

-Guapísimos.

-Una cosa ¿mi primo no te habrá contagiado esas mariconadas suyas?

-No ¿por?

-Por nada, yo de ti me lo hacía mirar, nada más. Bueno iré, no porque vayan hombres si no porque necesito despejar mis ideas ¿dónde quedamos?

-Yo te pasaré a buscar, no pases pena. Iremos Pedro, tú y yo ¿te apetece?

-Claro que me apetece, Pedro es un macho, allá donde esté.

Ya tenía encasillado a los dos mendrugos y ahora solo faltaba una manita en cuanto al sitio me refiero. Tenía que engañar a uno sin que se diera cuenta el otro. Por Dios ¿por qué me meto en estos fregados? Para ayudar creo, pero es que una cosa es ayudar y la otra es darme de bruces con las cosas más simples.

Llegó el esperado sábado y como siempre tuve que esperar a que el señor, Pedro, bajara de una vez, se tenía que arreglar porque como venía Eva León, pues tenía que dar una impresión equivocada, pero al menos saldríamos donde habíamos pensado.

-¿Dónde vamos?- fue la primera pregunta que me hizo al entrar en el coche-, que conste que me fio de ti, por Eva, porque si no, no vendría.

-Es una sorpresa, créeme te gustará.

-Eso espero, porque tampoco me gusta dejar a mi hermano con tu hijo. La última vez que estuvo con los míos, mira sin son hijos de puta, que me marché un momento para preparar unos sándwich de nocilla y al volver me encuentro a mi hermano maniatado en el sillón donde duermo la siesta.

-No pasa nada, son críos, además ese sofá tampoco es tan importante.

-Lo es, una vez tu hermano se mea encima de él por el miedo.

-Bueno eso ya cambia bastante las cosas, ves, ese punto no lo sabía. Por cierto, hazme recordar que no junte a mi Jaime por esa jauría que tienes por hijos.

-No pases pena, te lo recordaré.

Mientras estábamos hablando, nos acercábamos a la casa donde vivía Eva, una casa que dejaba mucho que desear, entre otras cosas no tenía ventanas, eran simples plásticos que ondeaban el viento y las puertas parecía que estaban sujetas con chicle porque estaba que se caía a cachos. Pero es igual, Pedro estaba emocionado y yo estaba con miedo por si ella decía algo, llegó tan lejos mi desespero que tuve que pagarla para que tuviera el pico cerrado toda la noche.

-Buenas, chicos. Acompañadme donde tengamos que ir. Pero es que han abierto un club de ambiente al cual me gustaría ir. –la cosa iba bien, porque le di las entradas para engañar a Pedro.

-¿Un bar de ambiente? Yo no voy a ver mariquitas, me sabe mal Eva, pero yo no voy- dijo Pedro, entonces pasaríamos al plan b.

-Pedro, venga ven, o es que no quieres pasar tiempo conmigo- dijo Eva- además si vienes ¿Quién sabe si acabamos en la cama? Siempre me has gustado, pero nunca me atrevido, porque al ser amigo de mi primo.

-Yo ¿amigo de tu primo? Bueno iremos a ese club de ambiente, así al menos reiremos bastante, será como ver un monologo o algo por el estilo ¿qué te parece a ti Armando? Me sabe mal pero Eva manda.

-Ah, no pases pena ya tendremos ocasión de ir a conocer el otro club- dije con indiferencia.

-¿Bueno pues donde vamos cielo?

-Ves hacía Gomila.

El trayecto fue largo, bueno más que largo, lo pareció, porque no sabía si llegaríamos a puerto porque entre pillar las curvas a cien y derrapar en las rotondas, era una cosa que le gustaba hacer a Pedro para impresionar, pero impresionaba a todo el mundo menos a la policía, que muchas veces lo paraban por exhibicionismo. Al llegar a Gomila, lo primero que vi era el club, digamos que vi el cartel o lo que fuera, era una mariposa rosa con un nombre que no llegué a descifrar que ponía exactamente, era ese seguro.

Subimos unas escaleras, para poder acceder a la puerta, en la entrada se encontraba Héctor que no me dijo nada, aunque me guiñó un ojo.

-Mira ya hay dos maricones en la puerta para empezar a dar por culo- dijo Pedro, aunque no me hizo gracias, Eva fue la primera en reír y Pedro no podía ser menos.

Entramos en el club y estaba decorado con mucho glamur, tenía pañuelos colgando por todo el establecimiento, al final una barra y entre medias tenía un pequeño escenario, que era donde actuaría Ricardo, perdón Ricura en noches como está que iba a empezar.

Al poco de entrar los focos se apagaron para iluminar lo que es el escenario y allí apareció, por segunda vez Héctor anunciando la entrada del nuevo espectáculo de esta manera:

-Señoras y señoras, aquí os presento a una gran artista que viene acompañada de una gran reputación. Es la inigualable, la encantadora, la sofisticada Ricura.

Todo se fundió entre aplausos y silbidos, dejando pasar en escena a un Ricardo sin ningún tipo de tapujos, de hecho iba con un par de boas de color purpura alrededor del cuello. Iba todo maquillado, perfumado, etc. Héctor nos dio asientos de primera fila y para más INRI del asunto, Pedro iba a ser el artista invitado por Ricura, el asunto prometía.

-Buenas chicas, locas y otras del gremio, espero que este show os guste. Ahora necesito que alguien del público suba para que venga a ayudarme en mi show- todo fueron “yo” y “no, esa no, súbeme a mí”, pero como ya habíamos quedado, Ricardo se giró hacía nosotros y miró directamente a Pedro- Hola que tal guapo, sube conmigo, te prometo que no te haré nada que no te hicieran ya- creo que por primera vez vi a Pedro asustado- ¿qué tal estas monada?

-Yo… yo estoy bien, siempre y cuando no me hagas nada.

-No pases pena- y entonces le besó en los labios. Pedro empezó a escupir el suelo y entonces Ricardo le dijo- ¿qué pasa que no te gustan los hombres?

-No, no me gustan y además…- se pensó dos veces antes de decir nada, levantó la vista y vio que estaba rodeado de gente como Ricardo, que era un club de ambiente y se tuvo que morder la lengua.

Eva y yo nos reíamos del macho ibérico que era Pedro, engañado y, como solía decir el porculizado, pero claro el show seguía, así que dejamos correr los comentarios que nos venían a la cabeza.

-Bueno chicas ahora os voy a enseñar cómo se come un buen plátano- Ricardo sentó a Pedro en una silla y le bajó los pantalones, Pedro no decía nada, pero se le notaba tenso. Entonces antes de que Ricardo hiciera nada soltó- no puedo hacerlo, Pedro que soy Ricardo y quería que pasaras vergüenza delante de mis amigos, ya veo que la has pasado así que lárgate y si vuelves a meterte conmigo, que sea en la cama.

Pedro bajó del escenario, llorando. Y al acercarse donde estábamos tanto Eva como yo, soltó.

-Vosotros lo sabíais ¿Eva vamos a la cama? Me lo prometiste.

-Yo no voy a la cama con hombres que besan a chicos ¿seguro que no prefieres ir con mi primo?

Entonces Pedro salió del local llorando a moco tendido, creo que fue una venganza bastante light, comparado con lo que le teníamos que hacer desde un principio. Pero así salió Ricardo del armario delante de Pedro y le demostró que vergüenza poca y pudor menos.

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