martes, 24 de marzo de 2009

Ojos inyectados en tinta.

Rodrigo Vázquez era un escritor, un simple soñador que contaba pequeñas historias con un fondo bastante filosófico, historias que no eran para niños, pero que según su punto de vista eran para todos los públicos, muchas de las veces usaba fotografías que explicaban la tragedia de sus anécdotas, eran simples situaciones plasmadas por un buen artista, este era Miguel Guzmán, que fue compañero de colegio desde pequeño y ahora, aunque siguieran por caminos distintos, seguían cruzándose algunas veces. Miguel, era un triunfador, tenía fama, dinero, chicas, todo lo que un hombre hecho y derecho podría soñar; pero claro Rodrigo había quedado reducido a simples conjeturas de sádicos críticos, que lo habían reducido a memeces y malas habladurías sobre su persona. Hasta que quedó reducido a una sola habitación, encerrado todo el día sin tener que salir más que para comer y nada más, porque el dormitorio contaba con aseo, así que las vergüenzas que podrían surgir se quedaban de puerta para adentro.

Contaba solo con una ventana que le mostraba la parte más bella del casco antiguo de Palma, tenía antes sus ojos las Ramblas, largas y llenas de puestos de flores, donde tantos hombres compraban, pequeños detalles, para esas mujeres que, tarde o temprano se lo llegarían a agradecer, con besos abrazos… Afecto que, desde hacia tiempo no lograba tener con nadie, ni una sola mirada de complicidad, ni una sola. Al contrario desde hacía como mínimo ocho años, desde la muerte de sus padres, vivía en esa atmosfera cargada de sabiduría y de moho, donde ninguno de sus acompañantes, los libros no ponían pegas en nada de lo que pensara y que, sus únicos enemigos, eran sus propios escritos.

Tenía toda la habitación llena de bolas de papel inútil, pensaba “esto no me llena, esto es mierda, esto está vacío, no tiene ni pies ni cabeza, me estoy volviendo loco”. Eso lo entristecía y lo llenaba de un gran malestar, dejándole en una soledad que no acompañaba a su buen humor y unos ojos inyectados en tinta negra y corrosiva, como el alma que se le estaba quedando de tanto amargarse a sí mismo.

By Lan

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena historia, aunq con algunas diferencias; parece bastante un poco lo q experimento yo. / No estoy nunca en casa casi, pero las veces q sí estoy, paso encerrada en una habitación llena d libros, discos, y mucha mucha literatura; además d mucha música y todo lo relacionado al arte q, es mi modo de comunicarme con y al mundo. / Un beso o 2 Lan! / Mi mail es: reinaonix77@hotmail.com / Querías un contacto mío, ahi lo tienes pues.. / Espero me escribas!