miércoles, 13 de agosto de 2008

Conóceme XIX

D

espués de este embarazoso final con Blanca, me tuve que juntar con el consejo de sabios o amigos, como lo queráis llamar. Consistía en quedar en el punto y aparte, donde otras tantas veces quedábamos para tomar una copa. Otras en cambio, como la situación que llevó a nuestro encuentro se dividía en dos grupos, el que exponía la idea por la que hablar y los que opinaban y daban consejos para que salieras airoso de todo problema que tuvieras entre manos. Las cosas empezaban de tal manera.

-Chicos hay problemas en el horizonte- los pillé por sorpresa porque no se lo esperaban, se creían que era una reunión normal y corriente, pero no-. Hoy he quedado con Blanca Verdaguer, si la del cáncer Pedro, esa que da tanto morbo, y que por cierto está viviendo con Rosa, tu Rosa ¿te acuerdas?- me hace un gesto en plan comprensivo. Y yo prosigo con mi historia.- Pues bien, la he acompañado al médico, y antes de que preguntes Alfonso, todo ha pasado antes de llegar. Pues bien, hemos estado hablando, le he comentado los cambios que estamos realizando, no pases pena Charlie no le he contado tu problema de… ya me entiendes- este suspiró como diciendo menos mal- pero una vez ha llegado la pregunta y ahora que haces tú, le contesto que he vuelto con mi familia, Blanca se ha puesto a reír como si estuviera loca, y luego ha venido el bajón. Resulta que se me ha declarado y yo sin enterarme. Y vosotros como me conocéis sabéis que soy propenso a meter la pata. Y sí, la he metido por partida doble. La he acompañado al médico nos han dado los resultados y como han salido buenos, porque al final no tenía cáncer sino una mancha en las pruebas, me ha dejado en casa y se ha marchado sin decir ni adiós. Pero también tengo que decir que me siento especial estando a su lado, ya me entendéis, más que cuando estoy con Inés. Me hace sentir bien, no culpable ni nada por el estilo, creo que por primera vez he sentido mariposas en el estomago, chicos me he enamorado y la he dejado marchar ¿Qué puedo hacer?

-Mira lo primero que tendrías que hacer, sería plantarte en su casa y presentarte con un ramo de rosas que hablaran por ti- dijo Alfonso- ¿pero se puede saber que le has dicho?

-Pues lo que se suele decir en estos casos, que con la suerte que tengo mi mujer se buscará a otro.-Todos se pusieron a reír, todos incluso Alfonso, pero entendieron que eso lo dije por el nerviosismo del momento.

-Pues ya puestos porque no le dices que no estás con tu mujer y te hubieras venido al piso, que aún tienes la llave para poder bailar en horizontal un rato.

-No es eso Pedro ¿se puede saber dónde has estado hasta ahora? ¿No has oído que creo que me he enamorado?- me hizo un gesto en plan este está perdido definitivamente.

-Todos nos enamoramos, te lo digo yo que ahora estoy con… Bueno ya me entendéis con esa bailarina que trabaja en Abraxas los sábados- dijo Ricardo, que en general no estaba mintiendo, porque Héctor era bailarín los sábados por la noche, y trabajaba en la discoteca más chic del momento-. Y la verdad es que estoy perfecto.

-Ya, pero de lo que paso pena de verdad, es de dar el paso, ese paso tan importante de cambiar una relación de diez años por una nueva.

-Repasemos- dijo Andrés, que era la primera vez que hablaba en una reunión de estas- ¿cómo te dijo ella que te quería, la sacó a relucir o te lo dijo para que lo entendieras entre líneas?

-Supongo que se podría decir que entre líneas, porque estábamos hablando, tan tranquilos y de repente me dijo “me estoy declarando y tú me sueltas que has vuelto con tu mujer” o algo así.

-De acuerdo, pues puedes hacer lo que ha dicho Alfonso o tomártelo como te diré yo ahora- dijo Charlie-. Te presentas en su casa, le das un beso, la abrazas y luego te vas.

-No, eso es de cobardes.

Entonces de una mesa contigua, apareció una sombra, que lo cierto es que me sonaba bastante, pero no le presté atención, hasta que hubo estado en nuestra propia mesa, era Rosa.

-Eres un desgraciado, o sea te marchas durante diez años, no tienes ni la más remota idea, prácticamente te había olvidado, pero no, tú, tú tenías que aparecer romper todo lo que había progresado. Te puedo asegurar que se ha pasado diez años esperando a que volvieras, pero como siempre sale todo mal.

-Perdón, si has estado escuchando la conversación, que dudo de que no lo hayas hecho. Aquí el que está jodido de veras soy yo, porque la quiero y no sé como demostrarlo. Con mi mujer estoy bien, pero es que ella es especial, me hace sentir cosas que no son normales, siento como si flotara a su lado.

-Mi consejo, ya que os reunís aquí para aconsejaros es que la dejes una temporada, que vaya asimilando que has vuelto con tu mujer. Y cuando las cosas estén más calmadas, entonces es cuando hablaría yo con ella.

-No sé si darte las gracias, o ponerme a temblar por lo que le dirás.

-No pases pena hombre Blanca y yo siempre nos hemos llevado bien. Y además tú parece que es el único de la pandilla que tiene problemas de verdad, así que no dudes que te ayudaré.

-Pues… en ese caso gracias.

El camino de vuelta a casa, solo trajo más problemas, porque empecé a recordar los buenos momentos de Blanca conmigo, y por otra parte los momentos que pasé junto con Inés, en definitiva como en todas estas reuniones siempre acababas peor de cómo habías ido. La única compañía que tenía eran las luces de neón que brillaban tenuemente por el paso que llevaba hasta la monotonía del día a día, a esperar algo mejor que me hiciera soñar.

Señoras y señores, éste viene siendo mi cambio, nunca antes pensé en el daño que le haría a otras personas sí… y de hecho lo único que conseguía era que me vinieran fantasmas y otras mentiras a la cabeza, pero era capaz de usarlas.

Una vez llegué a mi casa, me metí en la cama y me dormí aferrando a mi mujer como nunca antes lo había hecho, como un niño pequeño en las faldas de su madre, y con lágrimas en los ojos. Lágrimas que si me preguntaban porque eran le contestaría que es porque soy feliz a su lado, nada más.

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