lunes, 25 de agosto de 2008

Conóceme XXIV

N

ormalmente no me doy cuenta de las cosas, pero en el caso de Pedro, era inevitable darse cuenta. En las conversaciones miraba para otro lado para que no viéramos que le costaba entender lo que en sí estaba pasando a su alrededor. Al bajar de la casa de sus padres no pasó nada que saliera de lo normal, lo típico, nos despedimos, dos besos para la madre, la mano a padre y un abrazo muy fuerte para Jonás, que aunque no lo pareciera, lo necesitaba de vez en cuando.

Fue al estar una o dos manzanas más para adelante cuando noté algo raro a Pedro.

-¿Qué te pasa macho? Parece que te ha muerto alguien.

-No, pero se está muriendo, no sé si te has dado cuenta, pero mi padre tiene cáncer y bastante avanzado. No puedo decir nada más.

-¿Por qué no te abres un poco?

-Por dos cosas: una, no tengo un baño donde ir y soltar todos los sentimientos que me corroen y dos, no pienso mostrar un ápice de mis sentimientos a alguien como tú. Ya estamos que eres mi compañero de piso, pero hay cosas que mejor ni comentarlas. Entiéndeme me avergüenza el tener que cuidar a mi hermano pequeño, por ser subnormal, me aterra el tener que cuidar a mi padre cuando necesito cuidarme antes a mí mismo y por último me aterra- hubo una pausa para dejar sonar un sonoro sollozo-… el tener responsabilidades de las cuales sé que me vendrán grandes desde un principio.

-No pases pena Pedro, todos alguna vez tenemos que pasar por el aro, todos.

-Lo sé pero es que mi situación… no es que me aterre, es que me da vergüenza el que no llegue nunca a ser el hijo que quisieron mis padres. Por si no te has dado cuenta, mis padres me tratan con recelo porque me olvidé de ellos al cumplir los dieciocho. Mi vida es mía y claro que haré algo por ellos, pero ahora, en este momento me es imposible. Mira como estoy, estoy destrozado, mi padre me llama cada dos por tres para que vaya a visitarlos, para que Jonás no vea los ataques que le pegan a mi padre por el cáncer. Tú los has visto, esputa sangre. Lo que mi padre pretende es que Jonás venga a vivir a casa, con nosotros…

-Por mi vale, lo que no sé donde pondremos las escobas, porque tu piso muy grande no es que sea.

-Ahora veo que me entiendes- dijo sollozando cada vez más fuerte, nunca lo había visto así, tan tocado, tan sentimental, tan real. Dentro de esa pared que él hizo con un titulo de indiferencia, resulto que al final de indiferente nada, era bastante normal a los demás-, por eso te iba a pedir que te buscaras algo donde poder pasar una temporada, no te quiero echar, pero es que la necesidad me puede, ahora tengo responsabilidades de las que no puedo desprenderme porque son necesarias ¿ves? No sé ni lo que digo, estoy hecho un lio.

-No te pongas así, vamos… en serio vayamos a tomarlo con mucha calma, si es porque me tengo que ir sabes que este, no es problema, volveré a casa de mis padres.

-Uf, eso está bien, pero hay otro problema y es que yo limpiar, bueno ya me entiendes, no suelo limpiar mucho, pero ¿me podrías ayudar?

-Claro toda ayuda es buena. Venga vayamos a casa porque el día ha sido largo, te tumbas en la cama y descansas.

-Sí, de acuerdo

Como podéis ver, toda persona tiene su lado humano, incluso un orangután de tres al cuarto como Pedro, tiene sus sentimientos. Aunque parezcan ironías de la vida, la ironía en esta historia es que los sentimientos siempre acaban floreciendo.

No hay comentarios: